Joselías Sánchez Ramos ya no da clases en un aula. Sin embargo, sigue enseñando. Lo hace desde su casa, con sus libros, con su lucha cultural. Su compromiso no se detiene. Hace poco presentó su nuevo libro: Llegar a viejos, vivir hasta el final. En él reflexiona sobre el envejecimiento y la dignidad. Reivindica la experiencia y el valor de los adultos mayores. También defiende la memoria como herramienta de resistencia.
¿Quién es Joselías Sánchez Ramos?
Soy educador. También periodista, historiador y escritor. Porque esa es mi forma de vivir.
¿Si tuviera que escoger una sola de esas actividades, ¿cuál escogería?
Educador. Porque nací para eso. Para guiar a los jóvenes. Para que cambien el mundo. Para que construyan un futuro mejor.
¿Cuántos años fue educador?
Casi 50 años. A los 18. Apenas me gradué del colegio San José, me llamaron para enseñar.
¿Por qué aceptó ser maestro tan joven?
Quería ahorrar. Quería irme a estudiar. Quería ayudar a mi madre. Le di mi primer sueldo. No quería aceptarlo, pero lo hizo. Estudié Biología. También Minas y Petróleos.
¿Además de educador que otros trabajos ejerció?
Cuando era joven me ofrecieron un puesto en la Aduana. Me dijeron que, si ganaba el doctor Camilo Ponce Enríquez, me darían una beca para estudiar en Texas. Pero perdió. El plan se cayó.
¿Y qué pasó después?
Conocí a mi esposa. Ella cambió todo. Llenó mi vida.
¿Cómo empezó en la radio?
Ya era maestro. Me hice amigo de Silvio Urbano, un conocido locutor. Fuimos a Radio Umiña. Después pasé a Radio Cenit.
¿Qué es el periodismo para usted?
Es parte de mi vocación. El periodismo también educa, informa. Alegra. Guía decisiones.
¿Cómo ve al periodismo en la actualidad?
Tan importante como el derecho. El maestro educa a los niños. El periodista informa a los jóvenes y adultos. El político transforma. Los tres deben trabajar juntos.
¿También fue profesor en la universidad?
Sí. Empecé en el Colegio Manta. Después el 5 de Junio. En 1986 pasé a la Escuela de Periodismo que después se transformó en Facultad de Ciencias de la Comunicación.
¿Cómo fue su trayectoria como profesor universitario?
No miro atrás. Solo cumplo mi deber. Me esfuerzo por ser honesto conmigo mismo.
¿Siente que dejó huellas?
A veces. Cuando mis exalumnos me saludan. Cuando me recuerdan. Por ejemplo, Kelly Torres, exalumna mía, fue asambleísta. Ella gestionó una condecoración para mí.
¿Cuál fue su aporte más grande a la universidad?
Abrí la Escuela de Comunicación en la Universidad Eloy Alfaro, cuando aún era una extensión.
¿Cuántos libros ha escrito?
Varios. Ahora terminé uno que se llama Llegar a viejos, vivir hasta el final. Cuenta los sueños, los logros y todo lo que he vivido. Habla de qué hacer para llegar a esta edad y cómo hacerlo de buena manera. Lo pueden encontrar en Amazon.
¿De qué trata?
Cuenta la vida de Cecilia (su esposa) y mía. Nuestro amor. Lo bueno. Lo malo. Los logros. El festival de música nacional que Cecilia organizó en San Lorenzo. Ya lleva 38 ediciones.
¿Qué pasó con el reconocimiento al pueblo cholo?
En Montecristi, durante la Asamblea Constituyente de 2008, no incluyeron al pueblo cholo como nacionalidad. Solo mencionaron a indígenas, afroecuatorianos y montuvios
¿Cómo quisiera que lo recuerden las futuras generaciones?
Como educador. Como historiador. He investigado la historia de Manta. Me apasiona la identidad cultural de Manabí.
¿Qué más ha conseguido que lo enorgullezca?
Logré que la UNP tenga su edificio en Manta. Abrí la Escuela de Comunicación. Recorrí el litoral ecuatoriano hablando sobre el pueblo cholo. Escribí sobre su identidad y su valor.
¿Cuál es su sueño actual?
Que Manta tenga su archivo histórico. La alcaldesa (Marciana Valdivieso) ya lo entendió. Se firmó un convenio con el Ministerio de Cultura.
¿Dónde funcionará ese archivo?
En el primer piso del Museo de Manta. Ya hay presupuesto. Queremos reunir todo: libros, fotos, videos, documentos del municipio, archivos de familias fundadoras.
¿Por qué es importante tener un archivo histórico?
Para guardar la memoria. Para que las nuevas generaciones investiguen. Para que el pasado ayude a construir el futuro.
Joselías Sánchez Ramos sigue enseñando, aunque ya no esté en el aula. Desde su casa, desde sus libros, desde su lucha cultural, sigue educando. Porque educar no termina nunca.