El Estado Islámico intentó ejecutar miles de asesinatos durante un concierto de la artista pop Taylor Swift, por estas amenazas la cantante suspendió conciertos.
Taylor Swift, artista estadounidense, se vio obligada a cancelar tres conciertos previstos en Viena para el 8, 9 y 10 de agosto.
La decisión se dio como consecuencia de un intento de atentado terrorista, que involucró a cuatro individuos relacionados con el Estado Islámico.
David S. Cohen, subdirector de la CIA, brindó detalles sobre este fallido ataque durante su discurso en la cumbre de inteligencia y seguridad nacional, realizada el 27 y 28 de agosto en Rockville, Maryland.
Cohen explicó que los arrestados “planeaban matar un gran número, a decenas de miles de personas en este concierto”.
También destacó que “los austriacos fueron capaces de hacer estos arrestos porque la agencia y nuestros socios en la unidad de inteligencia les facilitaron la información”. No obstante, no se especificaron las fuentes utilizadas por los servicios de inteligencia estadounidenses en la operación.
El Estado Islámico es una organización extremista
De acuerdo con fuentes austriacas, el principal sospechoso, un joven de 19 años, estaba inspirado por el Estado Islámico.
Su lealtad a la organización extremista fue confirmada por un juramento publicado en sus redes sociales una semana antes del incidente. Además, en su residencia se hallaron materiales para la construcción de explosivos.
El ministro del Interior de Austria, Gerhard Karner, indicó el 8 de agosto que los servicios de inteligencia austriacos habían trabajado en estrecha colaboración con agencias extranjeras.
Aunque no identificó a los organismos específicos, subrayó que esta cooperación era crucial, ya que los investigadores austriacos no tienen la capacidad legal para monitorizar mensajes de texto. La intervención de las agencias de inteligencia estadounidenses en la correspondencia privada de ciudadanos europeos ahora queda más clara.
El Estado Islámico, al intentar un ataque en los conciertos de Taylor Swift, reveló una amenaza significativa. Los organizadores del evento en Viena habían previsto hasta 65.000 fans por concierto, con un adicional de hasta 30.000 espectadores fuera del estadio, donde se planeaba el ataque.