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12,6 millones de dólares. Esa es la alucinante y pasmosa cantidad que se ha pagado recientemente por un rarísimo y muy buscado cromo de béisbol, un indicio de que, en plena era de los NFT, los cromos siguen despertando una enorme pasión y ahora también resultan muy atractivos como inversión.

Antes de que su nombre circulara estos días por los medios de todo el mundo debido a una subasta récord, Mickey Mantle ya era un mito del béisbol.

Miembro del Salón de la Fama y elegido 20 veces como All-Star, Mantle (1931-1995) fue un icono de los Yanquis de Nueva York, con los que jugó de 1951 a 1968 y con los que ganó siete Series Mundiales.

Sin embargo, Mantle volvió la semana pasada a las portadas debido a la subasta de un cromo de 1952 con su imagen que alcanzó los 12,6 millones de dólares.

Según Heritage Auctions, la casa de subastas encargada de tan alucinante puja, ese precio -pagado, como suele suceder en estos casos, por un comprador anónimo- convirtió a este cromo en la pieza de coleccionismo deportivo más cara de la historia.

El cromo de Mantle superó así los 9,3 millones de dólares que se desembolsaron este año por la camiseta de la selección argentina del Mundial de México 1986 con la Diego Armando Maradona marcó a Inglaterra dos tantos para la historia: “la mano de Dios” y “el gol del siglo”.

“Superar los 10 millones de dólares en una subasta en el mercado deportivo era una quimera hace solo una década”, dijo en un comunicado Chris Ivy, que es el director de subastas deportivas en Heritage Auctions.

Varios aspectos se unieron en el precio sin precedentes de este cromo, como que se trata de un artículo rarísimo y muy deseado dentro de los amantes del béisbol o que su estado de conservación era excelente.

El gran beneficiado de esta asombrosa puja fue Anthony Giordano, el coleccionista que pagó 50 mil dólares por este cromo en 1991 (unos 110 mil dólares de la actualidad) y que ahora ha hecho caja a lo grande.

Pese al descomunal negocio, Giordano mostró en declaraciones al portal oficial de la MLB un tímido sentimiento agridulce. “No, no me siento bien. Ya no tengo mi cromo”, aseguró.

En cualquier caso, Giordano sabía muy bien lo que tenía entre manos ya que rechazó hace unos cinco años una oferta para venderlo por 2 millones de dólares y lo mantuvo guardado durante treinta años en una habitación protegida y con alarmas.

Mientras incontables equipos y estrellas deportivas tratan de explotar al máximo el novedoso mundo de los NFT (token no fungible), los cromos, en las antípodas de la tecnología cripto, presentan una doble cualidad que los hace muy atractivos.

Por un lado está el amor por el deporte en cuestión de esos cromos -en este caso el béisbol-, la pasión por el coleccionismo que en algunos casos se convierte casi en obsesión o incluso la conexión directa de estos objetos con la infancia y recuerdos muy entrañables.

Pero más allá de eso, el coleccionismo de cromos también es una forma de inversión alejada relativamente de los vaivenes del mercado, con gran capacidad de revalorización y con un mercado cada vez mayor gracias a las subastas por internet que llegan a todo el mundo. En definitiva, el histórico cromo de Mantle no fue una excepción.

De hecho, en enero de este año se había vendido un cromo similar de Mantle por 5,2 millones de dólares. Sin dejar el béisbol, que en EE.UU. todavía conserva un aura muy especial dentro de los grandes aficionados al deporte y los coleccionistas, este mismo agosto se vendió por 7,25 millones de dólares un cromo de 1909 de Honus Wagner, una leyenda de los Piratas de Pittsburgh. Pero también hay casos en otros deportes como un cromo de Kobe Bryant como novato en la NBA que el año pasado se vendió por 1,8 millones de dólares.

O también otro como “rookie” en la NFL de Patrick Mahomes, quarterback de los Kansas City Chiefs, que alcanzó los 4,3 millones en 2021. Cabe la posibilidad de que esto sea una fiebre pasajera y que si se convierte en una burbuja pueda estallar.

Pero, por ahora, parece recomendable guardar los cromos de la infancia en un lugar seguro por si algún día pasan de ser un bonito recuerdo de la niñez a convertirse en varios ceros más en la cuenta bancaria.