Los nueve países que poseen armas nucleares gastaron 82.900 millones de dólares en sus arsenales, un 3% más que en el 2021.
Así lo detalla un informe por la Campaña Internacional para la Abolición de las Armadas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés).
El informe contempla que Estados Unidos fue el país que más gastó en estos arsenales, con 43.700 millones de dólares.
La cifra, pese a ser inferior a la de 2021, implica que Washington destina más dinero que todos los demás países con armas nucleares en su conjunto.
Así, China gastó 11.700 millones de dólares–lo que supone un aumento del 6%–, mientras que Rusia invirtió 9.600 millones de dólares, un alza del 5,7%.
Por su parte, India fue el país que más aumentó su gasto, con un incremento del 21,8%, hasta los 2.700 millones de dólares.
La ICAN ha subrayado que las empresas armamentísticas implicadas en la producción de armas nucleares recibieron nuevos contratos por valor de algo menos de 16.000 millones de dólares.
Más en armas, menos en salud
Susi Snyder, coautora del informe, ha hecho hincapié en que es terrible que nueve países gastaran 82.900 millones de dólares en 12.500 armas nucleares.
«Estos miles de millones podrían haberse invertido en la reconstrucción tras la devastadora pandemia de COVID-19 y en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad», destaca.
«La industria armamentística se lleva alrededor del 35 por ciento de este dinero mientras dice a sus accionistas que hacer presión contra el desarme nuclear es algo bueno para el negocio», sostiene.
Alicia Sanders-Zakre, coautora del informe, asevera que con los $82.900 millones que malgastaron en el 2022 no hicieron nada para mejorar la seguridad global».
Por su parte, la coordinadora de la Alianza por el Desarme Nuclear, Maribel Hernández, ha incidido en que esta tendencia solo nos acerca a la catástrofe
El resumen ejecutivo del informe publicado por la ICAN destaca que «los nueve estados con armas nucleares han desperdiciado 157.644 dólares por minuto en armas nucleares en 2022».
«Sin importar lo que gasten, sus armas nucleares siguen siendo herramientas de terror e intimidación impulsadas por un relato mítico de disuasión que se desmorona rápidamente», concretan.