Las Guerras del Opio, una serie de conflictos armados entre China y Gran Bretaña, ocurrieron en el siglo XIX, principalmente entre 1840 y 1842, en territorio chino, debido al comercio ilegal de opio impulsado por los británicos, que buscaban equilibrar su balanza comercial a costa de la salud y soberanía del imperio asiático.
El enfrentamiento comenzó cuando el gobierno chino, liderado por el emperador Daoguang, intentó detener el flujo de opio que ingresaba al país desde finales del siglo XVIII. Este narcótico, cultivado en India y distribuido por la Compañía de las Indias Orientales, era intercambiado por productos chinos como seda, té y porcelana.
Las adición del opio entre los chinos y la guerra
A pesar de las prohibiciones imperiales, el comercio creció exponencialmente, generando adicción masiva y un deterioro social que alarmó a las autoridades. En 1839, Daoguang ordenó la confiscación y destrucción de más de 20,000 cajas de opio en Cantón, un acto que desató la furia británica.
La Primera Guerra del Opio estalló en 1840. Con una flota naval avanzada y armamento superior, Gran Bretaña derrotó a las fuerzas chinas, menos equipadas, y ocupó ciudades estratégicas como Cantón y Shanghái. El conflicto terminó en 1842 con la firma del Tratado de Nanking, el primero de los denominados «tratados desiguales». China cedió la isla de Hong Kong a los británicos, abrió cinco puertos al comercio extranjero (Cantón, Amoy, Fuzhou, Ningbo y Shanghái) y pagó una indemnización de 21 millones de dólares de la época.
Estos términos debilitaron la soberanía china y marcaron el inicio de un siglo de intervenciones extranjeras. El comercio de opio no se detuvo tras la guerra. Aunque las hostilidades cesaron temporalmente, las tensiones persistieron y derivaron en la Segunda Guerra del Opio (1856-1860), con resultados aún más devastadores para China. El trasfondo del conflicto revela un choque cultural y económico: mientras Gran Bretaña buscaba maximizar ganancias, China enfrentaba una crisis de salud pública y pérdida de control territorial.
El imperialismo europeo
Las Guerras del Opio se enmarcan en la era del imperialismo europeo, cuando las potencias occidentales expandían su influencia mediante el comercio y la fuerza militar. En China, este episodio aceleró el declive de la dinastía Qing, que ya enfrentaba problemas internos como corrupción y revueltas. El opio, introducido como mercancía, se convirtió en símbolo de la explotación extranjera y dejó un legado de desconfianza hacia Occidente.
Datos verificables muestran que, para 1830, el consumo de opio en China alcanzaba las 2 millones de libras anuales, según registros históricos. La destrucción del opio en Cantón, ordenada por el comisario Lin Zexu, fue un punto de inflexión que precipitó la guerra. Este conflicto no solo alteró la geopolítica asiática, sino que también sentó las bases para la apertura forzada de China al comercio global.
El impacto de las guerras trascendió el siglo XIX. Hong Kong permaneció bajo control británico hasta 1997, y los puertos abiertos impulsaron la presencia extranjera en el país. Las Guerras del Opio siguen siendo un tema de estudio clave para entender las dinámicas del colonialismo y sus efectos a largo plazo en Asia. (10)