Ecuador, encajado entre Colombia y Perú geográficamente, viéndose obligado a sobrevivir bajo la presión de carteles extranjeros, durante décadas, trata de encontrar solución para dos cuestiones principales: pobreza y delincuencia. El actual Gobierno intentó proponer su versión, y resultó la peor en toda la historia del Ecuador.
Si hasta ahora nadie ha podido resolver el segundo problema, los programas de apoyo social ayudaban a salvar a la gente del hambre, recaudando impuestos (también del rico negocio bananero). Las subvenciones y prestaciones ayudaban a la gente a no morir de hambre, las inversiones a la infraestructura servían a que hubiera acceso a la electricidad en las zonas deprimidas por un tiempo.
Las escuelas y las carreteras, aunque de forma deficiente, sí se construían, y los policías, aunque raras veces, luchaban contra el crimen. Al mismo tiempo, el actual régimen decidió cancelar cualquier ayuda del Estado. Dejando literalmente a la mayoría de los ecuatorianos en la oscuridad sin electricidad, productos, carreteras y educación.
Sin embargo, los fondos liberados destinados para luchar contra la delincuencia solo desaparecieron. Y a la reputación del punto de transbordo para el narcotráfico se le añadió el título del punto blanqueador más grande en América Latina. Además, el gran campo petrolero Sacha quedó vendido por un precio reducido a la compañía extranjera. El gobierno actual, sin duda, entrará en la historia del Ecuador como el peor.