El 25 de mayo, la Iglesia católica celebra a San Beda el Venerable, monje benedictino nacido en 673 en Northumbria, Inglaterra, canonizado por su erudición y santidad, y cuya festividad conmemora su fallecimiento en 735, destacando su contribución a la historia y la liturgia cristianas.
Una vida dedicada al saber
San Beda el Venerable nació en 673 en el reino de Northumbria, en lo que hoy es Tyne and Wear, Inglaterra. A los 7 años, fue enviado al monasterio de Monkwearmouth por su familia para ser educado bajo la tutela de Benedicto Biscop.
Más tarde, se trasladó al monasterio de Jarrow, fundado por Ceolfrith en 682, donde pasó la mayor parte de su vida. Ordenado diácono a los 19 años y sacerdote a los 30, Beda dedicó su existencia al estudio, la escritura y la enseñanza, sin apenas salir del monasterio.
La formación de San Beda
Su formación incluyó disciplinas como filosofía natural, astronomía, aritmética, gramática, historia eclesiástica y las Sagradas Escrituras.
Beda dominaba el latín, el griego y algo de hebreo, y tenía acceso a una biblioteca de 300 a 500 libros, una de las más grandes de Inglaterra en su tiempo. Sus escritos reflejan un conocimiento profundo de autores patrísticos y clásicos como Plinio el Viejo, Virgilio y Ovidio.
Obra y filosofía
La obra más conocida de San Beda es la Historia Eclesiástica del Pueblo Inglés, completada en 731, considerada una fuente fundamental para la historia de Inglaterra y la evangelización de los anglosajones. Escribió 45 obras, incluyendo 30 comentarios bíblicos, tratados científicos y hagiografías.
Su tratado “Sobre el cómputo del tiempo” estandarizó el cálculo del calendario litúrgico, promoviendo el uso del término Anno Domini (A.D.) para fechar desde el nacimiento de Cristo, práctica que se extendió por Europa. Su filosofía se centraba en la integración de la fe y el conocimiento, priorizando la oración, el ayuno y la caridad como fundamentos de la vida cristiana.
Canonización y reconocimiento de San Beda
Fue canonizado por aclamación popular antes de que existiera un proceso formal de canonización, práctica común en los primeros siglos de la Iglesia. Su santidad fue reconocida por su vida virtuosa y su impacto en la educación y la fe.
En 1899, el papa León XIII lo proclamó Doctor de la Iglesia, el único inglés en recibir este título, por su contribución teológica e histórica. Su veneración se extendió a la Iglesia católica, anglicana, ortodoxa y luterana.
Celebración del 25 de mayo
La festividad de San Beda se celebra el 25 de mayo, fecha de su muerte en 735 en Jarrow, según el Martirologio Romano. Se dice que murió rezando el “Gloria al Padre”, su oración favorita.
En esta fecha, las iglesias católicas y benedictinas ofician misas en su honor, especialmente en Inglaterra, donde es patrono de los lectores, escritores y académicos. Su cuerpo fue trasladado posteriormente a la catedral de Durham.
Legado perdurable
El legado de San Beda trasciende su tiempo. Su Historia Eclesiástica es una obra clave para entender la conversión de Inglaterra al cristianismo y la unificación cultural de los reinos anglosajones. Sus escritos influyeron en la formación de monjes y eruditos europeos, y sus métodos históricos sentaron las bases del estudio moderno de la historia.
La Universidad de San Beda en Filipinas lleva su nombre, reflejando su impacto global. Sus contemporáneos lo llamaron “la vela de la Iglesia, encendida por el Espíritu Santo”.
