El romanticismo eterno e inabarcable de Los Bukis regresó este viernes con un concierto triunfal en Los Ángeles (EE. UU.) que puso fin a 25 años de separación de la emblemática banda mexicana.
Con Marco Antonio Solís al frente, los de Michoacán llenaron el enorme SoFi Stadium de la ciudad californiana para dar el pistoletazo de salida a una gira de reunión que pasará en las próximas semanas por lugares como Chicago o Houston (EE. UU.).
Varias generaciones de latinos han crecido con los gritos arrebatados de amor roto, corazones heridos y sentimientos desgarrados de Los Bukis.
Por eso, en los asientos del SoFi Stadium, que en los partidos de la NFL tiene capacidad para 70.000 espectadores, se vio a multitud de hijos que habían llevado al concierto a sus padres como regalo.
“Cantémosle al amor”, resumió Solís nada más arrancar un recital que comenzó con “Mi fantasía”.
Con pantalones rojos y chaqueta negra brillante, Los Bukis no tardaron en soltar uno de esos lamentos de amor despedazado, que son la especialidad de la casa, con “Cómo fui a enamorarme de ti”.
Pero fue otra balada intensa y a pecho descubierto, “Quiéreme”, la que activó definitivamente el karaoke multitudinario de un público que se sabía las letras de principio a fin.
Con varias pantallas reforzando la puesta en escena, y que mostraron curiosas imágenes del grupo en su época dorada, Los Bukis apostaron por un escenario muy colorido y luminoso que recordaba a aquellos años 80 y 90 en los que arrasaban allá por donde ponían un pie.
Pese a algunos problemas con el eco -algo habitual en los conciertos en estadios-, el grupo presumió de un sonido compacto y sin fisuras.
Gran parte de la culpa de ello la tuvo el bajista Eusebio “Chivo” Cortés, en un estado de forma envidiable y con una precisión magnífica en todo momento.
Pero está claro que el componente clave de Los Bukis es la soberbia voz de Marco Antonio Solís, quien, con una presencia imponente sobre el escenario, se lució en canciones como “Mi mayor necesidad” o una impresionante “Acepto mi derrota”.
En cualquier caso, no todo fueron lágrimas por las relaciones hechas añicos o suspiros por el amor que nunca será.
Aunque Eusebio “Chivo” Cortés se refirió cariñosamente a sus fans como “unos románticos empedernidos”, Los Bukis guardaron espacio para el baile y la fiesta, con muchos toques de cumbia, en “Mi najayita”, “Morenita” y “Mi pobre corazón”.
Marco Antonio Solís se acordó de su hija Beatriz antes de dedicarle “Chiquilla bonita” y también se mostró muy contento por ver de nuevo “las sonrisas” de sus fans, especialmente en unos tiempos tan convulsos en todo el mundo.
Los Bukis no habrían podido organizar una gran gira de retorno sin la fidelidad y pasión insobornable de sus fans.
Pero la banda, que nunca ha ocultado su tono espiritual, subrayó en varias ocasiones que si estaban de nuevo juntos era por la acción divina.
“Este tour es una idea de Dios. Le damos todo el crédito”, afirmó Marco Antonio Solís, quien defendió que “no hay imposibles” con la mediación de Dios.
Nadie diría que Los Bukis comenzaron su andadura en el lejano 1976, ya que esta noche ofrecieron una treintena de canciones en dos horas sin apenas interrupciones ni pausas para tomar aire.
La recta final comenzó con “Yo te necesito” y, ya con todo el público de pie y los celulares encendidos como los antiguos mecheros, Los Bukis alcanzaron la cima con las excelentes e inapelables “Necesito una compañera” y “Tu cárcel”.
Por supuesto, el público no iba a dejar que sus ídolos dijeran adiós tan fácilmente.
Así, Los Bukis volvieron al escenario para varios bises como “A aquella” o “Si vieras cuanto” antes de despedirse abrazados y con los brazos en alto, el broche ideal a un reencuentro soñado tras 25 años de ausencia.