Siempre reconocimos públicamente y pusimos como ejemplo los servicios ambientales que prestan las cuarenta y más hectáreas de las colinas (incluyendo el Jardín Botánico) pertenecientes a la Universidad Técnica de Manabí.
Están dentro de la zona de vida clasificada como Desértico Tropical y la región ecológica Monte Espinoso. Según un estudio, en este ecosistema armonizan 39 especies vegetales superiores con otras 27 de arvenses (malezas) en el sustrato inferior, ambiente biodiverso propicio para la reproducción y vida de mamíferos, aves, reptiles e insectos. Además de ser el pulmón de Portoviejo, evita las afectaciones durante la época lluviosa que vemos en las lomas deforestadas, generalmente por asentamientos humanos. Por ende, su preservación debe ser compromiso de todos.
Pese a ello, a unos 200 metros sobre el nivel del mar, en la cima de esas colinas ahora apreciamos tres grandes letras iniciales representativas de la alma mater. Sus autoridades expresaron ser parte de un proyecto ecoturístico de las carreras de Ingeniería Civil y Arquitectura, iniciado por diez estudiantes de ingeniería con la construcción y colocación de dichas letras metálicas, levantadas a 18 metros del suelo. Explicaron que la siguiente fase será un mirador y la adecuación de senderos de acceso. El trabajo cuenta con asesoramiento de los docentes respectivos, y suponemos con base en la autonomía universitaria sobre dichos predios. Al respecto, sería conveniente conocer el criterio del Municipio y del Ministerio del Ambiente.
Hace diez años, un proyecto ecoturístico propuesto por los gobiernos seccionales de Portoviejo y Manabí en el sector del Papagayo fue abandonado porque una consultoría determinó que los senderos dentro del área intervenida afectarían la vida silvestre. En el presente caso, las redes sociales comentaron que la obra estaba causando contaminación visual.
Al margen de los vitales aspectos ambientales, se ha omitido el tema de la seguridad, ya que estos sitios, sin el respectivo resguardo y vigilancia, son aprovechados por los delincuentes, como sucedió con los fallidos miradores ubicados en el barrio Las Pulgas de nuestra ciudad, o la cruz del cerro en Bahía de Caráquez, o el de los cerros del barrio Las Peñas en Guayaquil. En este sentido, sería recomendable priorizar un plan de cerramiento perimetral del campus universitario, empezando con los linderos de la ciudadela Briones. Al momento de redactar este comentario, ha pasado más de un mes y no se ha repuesto una de esas letras que se cayó, posiblemente por no resistir el embate de la naturaleza.