El “Día Después” fue una película de ficción para televisión filmada en 1983, que conmovió porque recreó un tema escalofriante: los efectos terribles en la población y en la vida de una guerra nuclear en EE. UU.
Tan conmovedora fue que, al final, el espectador podía leer una advertencia escrita: “Los eventos catastróficos que acaban de presenciar son, con toda probabilidad, menos graves que la destrucción que realmente ocurriría en caso de un ataque nuclear total contra Estados Unidos”.
Después de ver una película así, el espectador salía convencido de que, si algo hay que evitar en este mundo, es que efectivamente suceda. Alguien se acordó de esta película con ocasión de las elecciones últimas: la cantidad de “misiles” que se lanzaron los candidatos hacía presumir una mutua destrucción de los protagonistas, que es lo que realmente sucedería, como dicen los científicos, en caso de una guerra nuclear. Pero no sucedió: hubo un ganador legítimo que tiene el respaldo de todos, incluso de algunos de sus adversarios, para que el país avance.
El problema, entonces, no es reconstruir desde cero, desde la nada y sin tener nada. Ahora el escenario es diferente. El presidente, legitimado por una aplastante victoria, tiene un mundo por delante y, además, desbrozado el camino, como lo afirman algunos. Encontrará obstáculos, piedras, pero salvarlas o levantarlas será ahora una tarea más fácil: la confianza del país en su administración lo ayudará. De lo que se trata en este tiempo es de priorizar su agenda. ¿Qué es lo primero que hay que hacer?
En esto no cabe duda alguna y el presidente lo tiene muy claro: la seguridad. ¿Cómo se debe hacer? Los expertos lo dirán. Pero lo cierto es que el cambio de legislación penal orientada a sancionar irremediablemente al que delinque, cerrando las puertas por las que pueda evadir esa sanción, se torna imprescindible. Creo que el presidente debe promoverla intensamente. El país entero está cansado de contemplar a delincuentes que se los atrapa y, después de poco tiempo, salen libres gracias a los “agujeros de la ley”. Esta situación no solo decepciona al que los atrapa, sino a toda la sociedad.
El presidente de Argentina, Milei, solía decir en la campaña electoral previa a su elección que el “delincuente no debe tener ventajas comparativas de ningún tipo, que debe saber que, si la hace, la paga”. Por aquí debe comenzar.