La Iglesia Católica conmemora a San Aniceto, undécimo papa de Roma, el 17 de abril de cada año, honrando su pontificado y contribución a la fe cristiana.
Este reconocimiento se debe a su liderazgo durante un período de desafíos para el cristianismo, incluyendo debates sobre la Pascua, según registros históricos.
Vida y obra de San Aniceto
San Aniceto nació en Emausa, Siria, y ocupó el papado entre los años 155 y 166. Como papa, supervisó la Iglesia de Roma durante un tiempo de persecución romana.
Se le atribuye la recepción de Policarpo de Esmirna, obispo asiático, con quien discutió la fecha de celebración de la Pascua de Resurrección, proponiendo su observancia el domingo tras el 14 de Nisán, según el Martirologio Romano. Su pontificado también incluyó la oposición a herejías como el gnosticismo.
Filosofía y legado
El legado de San Aniceto radica en su defensa de la unidad de la Iglesia y la tradición apostólica. Aunque no dejó escritos teológicos extensos, su interacción con Policarpo reflejó un enfoque conciliador, buscando armonizar prácticas litúrgicas.
Su pontificado fortaleció la estructura eclesiástica en Roma, sentando bases para futuros papas. La Iglesia lo reconoce como un modelo de liderazgo pastoral, y su memoria se preserva en el santoral católico.
Canonización y fecha de celebración de San Aniceto
San Aniceto fue martirizado en Roma alrededor del año 166, durante el reinado del emperador Marco Aurelio.
Su canonización ocurrió de manera implícita, como es común con los primeros mártires y papas, al incluir su nombre en el Martirologio Romano, un proceso aceptado desde los primeros siglos del cristianismo.
El 17 de abril se eligió como su día por coincidir con la tradición de honrar a los santos en el aniversario de su muerte o martirio.