Cuando en mayo de 2023 un emisario del Vaticano se acercó a Javier Cercas durante una firma de libros en Turín, el escritor español pensó que se trataba de una broma. Ateo declarado recibió una invitación tan improbable como seductora: acompañar al papa Francisco en su visita a Mongolia y escribir un libro sobre la experiencia. Sin filtros, sin revisiones, sin censuras. Solo él, el Papa, y un viaje a uno de los lugares más remotos del planeta.
La pregunta que quería hacerle a Francisco
Cercas aceptó, con una condición: hablar a solas con el Pontífice para hacerle una pregunta esencial —la misma que su madre se formulaba desde la muerte de su esposo—: ¿De verdad volveremos a encontrarnos con nuestros seres queridos en el más allá?
Así nació El loco de Dios en el fin del mundo, una obra que, más que una crónica de viaje, es un ejercicio de búsqueda espiritual en el que un escéptico persigue al “loco de Dios” —como Cercas llama a Francisco— por las estepas mongolas, intentando entender no solo a un hombre, sino a una institución milenaria, a una fe, y a los fieles que la sostienen. El libro, de 484 páginas, es también un retrato íntimo y sorprendente de Jorge Mario Bergoglio, el Papa que desafía tanto a sus detractores como a su propia Iglesia.
La conversación privada entre Cercas y el Papa ocurrió. Duró veinte minutos, y giró en torno a la promesa central del cristianismo: la vida después de la muerte. Francisco respondió con claridad y fe. Esa respuesta, Cercas se la llevó a su madre. Poco después, la mujer falleció. Pero el relato no terminó ahí. El libro continuó, como la fe misma, entre el consuelo y el misterio.
Los temas del libro
El loco de Dios en el fin del mundo transita por los márgenes del catolicismo: el celibato, el clericalismo, las tensiones dentro del Vaticano, el legado incierto del Papa argentino. Y, en su centro, una pregunta universal: ¿por qué el ser humano aún necesita creer en Dios? Cercas, con su agudeza habitual, va recogiendo respuestas y dudas entre cardenales, obispos y misioneros.
En ellos encuentra, más que certezas, convicciones apasionadas, casi irracionales. “El cristianismo tomado en serio es una locura”, afirma en una entrevista, citando al propio Francisco. “Y lo dice Jesucristo, que está loco”.
Un Papa culto
En su travesía, Cercas descubre a un Papa profundamente culto, de lecturas amplias, capaz de citar a Dostoyevski o debatir sobre ciencia. “La idea de que este Papa es inculto hay que quitársela de la cabeza”, insiste. Pero lo que más le impresiona es su dimensión humana. Francisco no se presenta como un santo, sino como un hombre en lucha consigo mismo. “Una personalidad agónica”, lo llama Cercas, “muy consciente de sus propias flaquezas”.
Este libro insólito se convierte así en un testimonio único sobre la fe, el poder y la condición humana. Cercas no se convierte en católico, pero se conmueve. No renuncia a su escepticismo, pero se permite dudar. Y en ese gesto, en esa apertura a lo inexplicable, radica quizás el verdadero milagro de esta historia. El Papa Francisco murió, pero queda el libro. (10)