La sandía es una de las frutas más esperadas del verano. Su pulpa jugosa y dulce, unida a su alto contenido en agua, la convierte en una aliada ideal para combatir el calor y mantenerse hidratado. Pero no todas las sandías que se encuentran en el supermercado, mercado o carretera ofrecen la misma calidad: algunas están insípidas, otras pasadas y otras no han madurado lo suficiente.
Saber reconocer una buena sandía antes de comprarla es clave para disfrutar de todo su sabor y textura. Según los consejos del creador de contenido sobre fitness y vida saludable @maydenyt, existen señales externas que permiten detectar si una pieza está en su punto óptimo.
Trucos para saber si la sandía está madura y jugosa
Una sandía madura es la que ha alcanzado el equilibrio perfecto entre firmeza y jugosidad. Una de las claves más fiables para reconocerla es la mancha de tierra amarilla que suele aparecer en uno de sus laterales, explica el creador de contenido. Si la mancha es de color crema o amarilla intensa, indica que la fruta ha madurado correctamente en el suelo. Por el contrario, si es blanquecina o verdosa, es señal de que se recolectó antes de tiempo.
Otro indicio fundamental, según la web oficial del Eroski, es el sonido hueco: al golpearla suavemente con los nudillos, debe emitir un sonido hueco y vibrante; si suena apagado, aún no está lista o ya ha pasado su mejor momento. También conviene observar la forma y la superficie. Las sandías con forma regular y sin bultos suelen haber crecido de forma uniforme y presentan mejor calidad interior. Las cicatrices marrones o estrías visibles en la piel, lejos de ser un defecto, son señales de una buena polinización, lo que se asocia a una mayor dulzura.
El tamaño del círculo en la base, donde estaba unida a la planta, también dice mucho: cuanto más pequeño, mejor. Y si el pedúnculo o rabito está seco y rizado, es señal de que la fruta ha madurado completamente en la planta.
Lo que no se debe pasar por alto: aspecto, peso y conservación
El color de la piel también ofrece pistas: las sandías con un tono verde oscuro y un acabado mate suelen ser más dulces. Las que brillan demasiado suelen estar menos maduras. Otro detalle a tener en cuenta es el peso: si dos sandías tienen el mismo tamaño, la más pesada será la que contenga más agua y, por tanto, más sabor. En cuanto al tamaño, lo ideal es optar por una pieza de tamaño medio y forma ovalada, ya que tienden a concentrar mejor el dulzor natural.
Una vez en casa, la sandía debe conservarse en un lugar fresco y seco, evitando la exposición directa al sol. Aunque muchas personas optan por refrigerarla, el frío extremo no le sienta bien. Si se guarda en el frigorífico, se recomienda sacarla unas horas antes de consumirla para que recupere todo su aroma. Con estos trucos sencillos, elegir la sandía perfecta deja de ser una cuestión de suerte para convertirse en una elección informada y segura.