El Papa Francisco animó a los sacerdotes, en la Misa Crismal de Jueves Santo, a buscar «la cercanía cotidiana con su gente» y «convertirse en anunciadores de la esperanza». El texto de la homilía fue leído por el Cardenal Domenico Calcagno, a quien el Pontífice delegó en su ausencia la celebración de la misa que se celebró en la Basílica de San Pedro con la asistencia de unas 4.300 personas, entre ellas 1.800 sacerdotes y 2.500 fieles.
Francisco, que permanece aún convaleciente en la Casa Santa Marta debido a la neumonía que le mantuvo hospitalizado durante más de un mes, no presidió la celebración del Jueves Santo ni tampoco tiene previsto hacerlo en Viernes Santo, pero el Vaticano no descartó que el Pontífice pueda hacer acto de presencia en los ritos del Triduo Pascual, como ocurrió en la misa del Domingo de Ramos.
El Papa inició su homilía de este Jueves Santo con un pasaje del libro del Apocalipsis, y animó a los sacerdotes a iniciar el año jubilar «bajo el signo de la conversión», así como a renovar «las promesas de ordenación».
Papa Francisco y su mensaje
El Santo Padre recordó que «es todo un pueblo el que encuentra consuelo cuando el jubileo comienza» y expresó el deseo de que «no sea una vez cada veinticinco años, sino en esa cercanía cotidiana del sacerdote con su gente, en la cual se cumplen las profecías de justicia y paz«.
«El año jubilar representa así, para nosotros los sacerdotes, un llamado específico a recomenzar bajo el signo de la conversión. Peregrinos de esperanza, para salir del clericalismo y convertirnos en anunciadores de esperanza», exhortó el Pontífice.
«Queridos sacerdotes, cada uno de nosotros tiene una Palabra que cumplir. Cada uno de nosotros tiene con la Palabra de Dios una relación que viene desde lejos. Y la ponemos al servicio de todos sólo cuando la Biblia sigue siendo nuestro primer hogar», aseguró el Pontífice. Además animó a «ayudar también a que otros encuentren las páginas de su vida». «Tal vez a los esposos, cuando eligen las lecturas de su matrimonio; o a quienes están de luto y buscan pasajes para encomendar el difunto a la misericordia de Dios y a la oración de la comunidad», añadió.
La reflexión del Papa, leída por el cardenal Calcagno, terminó con el aliento «que sólo viene de Jesús, que evangeliza, que libera de las prisiones, que abre los ojos, que alivia la carga puesta sobre los hombros».