El Ecuabrighton, apodo con que se conoció al Brighton & Hove Albion de tres ecuatorianos, llega a su fin en este 2025, tras la salida de Pervis Estupiñán al Milan y la inminente marcha de Jeremy Sarmiento. Antes, ya fue vendido Moisés Caicedo al Chelsea.
La conexión Ecuabrighton
El Ecuabrighton, marcó una etapa histórica para Ecuador en la Premier League, combinando talento, identidad y emoción.
Todo comenzó como una apuesta audaz. Un club inglés con visión global, un país sudamericano lleno de talento, y una generación de futbolistas decididos a dejar huella. El Brighton & Hove Albion miró hacia Ecuador y encontró piezas distintas, de orígenes diversos, pero con un destino común: brillar en la Premier League.
Moisés Caicedo fue el primero en encender la chispa a lo grande. Formado en la prolífica cantera de Independiente del Valle, llegó como una promesa y, en menos de dos temporadas, se convirtió en el motor del mediocampo. Su traspaso al Chelsea, por £115 millones (aprox. USD 146 millones), fue el más alto en la historia de la liga en ese momento.
Luego apareció Pervis Estupiñán, nacido futbolísticamente en Liga de Quito, pero consolidado en Europa tras pasos por clubes como Watford y Villarreal, donde ganó una Europa League. Brighton vio en él al lateral perfecto y acertó.
Jeremy Sarmiento, nacido en España de padres ecuatorianos, se formó en el Charlton Athletic de Inglaterra y más tarde en el Benfica de Portugal. Su habilidad y carisma lo convirtieron en uno de los favoritos de la grada desde sus primeras apariciones con “Las Gaviotas”, pero luego le tocó rotar.
Tribunas que corearon al Ecuabrighton
Los cánticos no tardaron en llegar. “¡Caicedoooo! Vino de Ecuador, para ganar el Balón de Oro”, retumbaba el Amex Stadium con cada corte, cada pase filtrado, cada recuperación de Moisés Caicedo.
“Pervis, Pervis… Estupiñaaaan” fue sinónimo de fiesta, coreado en estadios, bares y hasta en los trenes cuando el marcador izquierdo deleitaba con su jugadas.
Y cuando Jeremy Sarmiento desbordaba con su juventud y osadía, la grada estallaba: Me gusta, me gusta, me gusta ohh ohh, aquí vamos Jeremy Sarmientooo (I like it, I like it, ohh Jeremy Sarmientooo). La conexión era real. El orgullo, innegable.
Caicedo y Mac Allister
Pero no sólo fue la coincidencia de los ecuatorianos, fue la presencia de socios que rozaban la perfección. En el centro del campo, la alianza ecuatoriana-argentina brilló. Moisés Caicedo y Alexis Mac Allister jugaron como si compartieran la misma sangre. Destruir y construir: esa era su misión.
Caicedo promediaba 2,7 intercepciones y 2,3 entradas por partido. Su fuerza, anticipación y precisión en el pase corto y largo lo convertían en el ancla perfecta.
Mac Allister, conectando la defensa con el ataque con calidad y timing. Juntos, guiaron al Brighton a su primera clasificación a la Europa League.
Pervis y Mitoma dominaron la izquierda
Por la banda izquierda del Brighton desfiló una de las asociaciones más electrizantes de la Premier League: Kaoru Mitoma y Pervis Estupiñán. El japonés y el ecuatoriano formaron una sociedad que combinaba vértigo, inteligencia táctica y una sincronía pocas veces vista.
Mitoma, con su regate impredecible y capacidad de desequilibrio, encontraba en Estupiñán un socio ideal: potente, veloz y con una lectura perfecta del juego. Mientras uno gambeteaba hacia adentro, el otro volaba por fuera. Se turnaban el protagonismo como si coreografiaron sus movimientos desde niños.
Las defensas rivales rara vez encontraban respuestas. Las triangulaciones rápidas, los cambios de ritmo, y los relevos tácticos entre ambos fueron fundamentales. Estupiñán solía cubrir los espacios que dejaba Mitoma, y el japonés explotaba los huecos generados por las proyecciones del ecuatoriano. Esa conexión no solo fue efectiva: fue espectacular.
Sarmiento entraba al cambio
Sarmiento, alternaba especialmente en posiciones ofensivas tras las salidas del titular Leandro Trossard. Cuando entraba al campo, el ritmo del partido cambiaba como si alguien subiera el volumen de golpe. Con cada toque, traía ráfagas de buen fútbol: un regate eléctrico, un giro inesperado, una pisada rebelde.
Su estilo era puro atrevimiento. Jugaba con el descaro de quien sabe que el talento no se negocia. En banda o por el centro, cada aceleración suya rompía líneas y descolocaba esquemas. Era más que un revulsivo: era combustible para el ataque y también para la ilusión en el Amex Stadium.
El ocaso del Ecuabrighton
Todo ciclo tiene un final. El de Ecuabrighton comenzó a desvanecerse cuando Caicedo partió al Chelsea en 2023. Ahora vino la despedida de Estupiñán, al Milan. Sarmiento, por su parte no disputa los partidos de pretemporada y su salida parece inminente. Sin ellos, el Ecuabrighton se disuelve. Termina lo que fue un símbolo para miles de ecuatorianos. Un punto de encuentro. Una bandera invisible ondeando en cada jugada.
El Ecuabrighton pudo nacer con Billy Arce, el primero en llegar a “Las Gaviotas”, pero él prefirió no trascender. Aunque esta era una historia que merecía dar alegrías y por eso luego coincidieron Estupiñán, Caicedo y Sarmiento. Hoy, cuando los cánticos cesan, queda el eco de una generación que hizo historia con talento, corazón y tres banderas: la de Ecuador, la del Brighton y la del buen fútbol.