Un estudio publicado por la Universidad Técnica de Manabí (UTM) analizó las prácticas de ahorro en Manabí, comparando los hábitos financieros entre las zonas rurales y urbanas. El objetivo principal fue identificar los factores socioeconómicos que influyen en las diferencias observadas en la gestión del dinero y la capacidad de ahorro en ambos entornos.
Los hallazgos en la investigación muestran que, más allá de la ubicación geográfica, el acceso a los servicios y los niveles de gastos influyen en la cultura del ahorro.
Ahorro en Manabí: cooperativas como pilar en el campo
En las zonas rurales de Manabí, la cultura del ahorro se encuentra estrechamente ligada a la actividad agrícola y las dinámicas económicas propias de estos entornos. Según un informe de la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria (SEPS), una parte significativa de la población rural, alrededor del 45%, percibe ingresos a través de actividades informales, lo que puede generar inestabilidad económica y dificultar el ahorro constante.
Sin embargo, las Cooperativas de Ahorro y Crédito (CAC) han demostrado ser actores fundamentales en la promoción del ahorro en estas áreas. Un artículo de agosto de 2024 destaca la creciente relevancia de estas instituciones en cantones como Portoviejo, que concentra una parte importante de las cooperativas de la provincia. Estas entidades han implementado programas de educación financiera dirigidos a las comunidades rurales, buscando fomentar una cultura de ahorro planificado.
Gracias a estas iniciativas, aproximadamente el 28% de los socios de las CAC en zonas rurales logran ahorrar un promedio de USD 40 mensuales. A pesar de este avance, el subempleo, que afecta a cerca del 70% de la población activa rural según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de noviembre de 2024, sigue siendo un obstáculo significativo para la generación de excedentes económicos destinados al ahorro.
Desafíos y oportunidades del ahorro rural
La falta de acceso a servicios bancarios tradicionales también representa un desafío importante en el campo manabita. Datos de la SEPS indican que alrededor del 55% de las zonas rurales de la provincia carecen de cajeros automáticos o sucursales bancarias cercanas, lo que limita las opciones para el ahorro formal y seguro. Esta situación a menudo lleva a los habitantes a depender de métodos informales de resguardo de dinero.
Además, los gastos imprevistos, especialmente aquellos relacionados con la salud y la educación, impactan significativamente la capacidad de ahorro de las familias rurales. Una encuesta realizada en julio de 2024 reveló que más del 65% de las familias en el campo destinan la mayor parte de sus ingresos a cubrir necesidades básicas inmediatas, dejando poco margen para el ahorro a largo plazo.
A pesar de estos desafíos, las cooperativas continúan desempeñando un papel crucial. En cantones como Jipijapa, los programas de las CAC han permitido a algunos agricultores acumular ahorros anuales de hasta USD 80, lo que contribuye a una ligera mejora en su calidad de vida.
El ahorro en las ciudades: mayor acceso, diferentes prioridades
En contraste, las zonas urbanas, como Manta y Portoviejo, presentan un panorama diferente en cuanto al acceso a servicios financieros. Estadísticas de la SEPS muestran que cerca del 75% de la población urbana cuenta con al menos una cuenta bancaria, lo que facilita el ahorro en Manabí, en modo formal, a través de diversas instituciones financieras.
Sin embargo, una parte importante de los habitantes urbanos, alrededor del 50%, prioriza el gasto en bienes de consumo duradero, como electrodomésticos y tecnología, por encima del ahorro. La mayor disponibilidad de crédito en las ciudades, donde aproximadamente el 60% de las compras se realizan mediante financiamiento, podría influir en esta tendencia.
A pesar de la inclinación hacia el consumo, las ciudades también muestran un mayor interés en la educación financiera. Instituticins bancarias han realizado talleres y charlas que benefician a miles de personas. Estas iniciativas han contribuido a un incremento del 12% en los niveles de ahorro entre los participantes.
Comparativa y perspectivas
La principal distinción entre el campo y la ciudad en relación con el ahorro en Manabí radica en el acceso y las prioridades financieras. Mientras que en las zonas rurales las cooperativas son el principal motor del ahorro, en las urbanas la banca tradicional y otras instituciones financieras tienen mayor presencia. No obstante, la cultura del consumo parece ser un factor que limita el ahorro en ambos entornos, aunque con diferentes matices.
Estudios recientes indican que el monto promedio de ahorro mensual tiende a ser ligeramente mayor en las ciudades, situándose alrededor de los USD 60, en comparación con los USD 40 en el campo. Sin embargo, es crucial considerar el mayor costo de vida en las áreas urbanas al analizar el impacto real de estos ahorros.
En cuanto a la educación financiera, las ciudades han avanzado más, pero el esfuerzo de las cooperativas en las zonas rurales está generando un impacto positivo gradual. Esta situación refleja cómo las realidades socioeconómicas de cada entorno moldean las prácticas financieras y la cultura del ahorro en la provincia de Manabí.
La forma en que los habitantes de Manabí gestionan sus recursos económicos y priorizan el ahorro continúa siendo un reflejo directo de sus condiciones de vida y las oportunidades disponibles en sus respectivos entornos, marcando una dinámica interesante entre la tradición rural y el dinamismo urbano.