Holbach Muñetón, presidente de la Federación Nacional de las Cámaras de Turismo de Ecuador, analiza la propuesta de implementar el trabajo por horas mediante consulta popular. Explica cómo impactaría al sector, qué segmentos se beneficiarían, y también aborda la situación actual del turismo frente a la recuperación, la inseguridad y la necesidad de más promoción.
-¿Qué ventajas prevé el sector turístico con la implementación del trabajo por horas que impulsa por segunda ocasión el Gobierno de Daniel Noboa?
Nosotros necesitamos esta modalidad porque el sector turístico trabaja los 365 días del año, las 24 horas del día. El hotelero nunca descansa. El gran problema que tenemos es cómo responder a los picos de demanda. ¿Qué significa eso? Que en ciertos momentos recibimos pedidos de convenciones, matrimonios o eventos que requieren contratar de forma inmediata a 30, 50 o hasta 70 personas para cubrir ese servicio puntual. Hoy no tenemos una herramienta legal que nos permita hacerlo con facilidad. El trabajo por horas nos daría esa flexibilidad, y a la vez sería una oportunidad para personas que no tienen un empleo estable.
-¿Cuántas plazas de empleo podrían generarse con esta modalidad?
Aproximadamente 30 mil plazas de trabajo en todo el país. Esto está dirigido a jóvenes que recién buscan una oportunidad laboral, a mujeres, que representan alrededor del 70% del empleo turístico, y también a jubilados. Muchas veces los jubilados se retiran y con ellos se pierde un bagaje de experiencia que sería valioso recuperar. El turismo es un sector que no funciona con máquinas, funciona con personas atendiendo a personas. Se necesita calidez y calidad, un ‘feeling’ especial que muchas veces solo se logra con experiencia.
-¿Qué ganan los trabajadores que se vinculen bajo esta figura?
Hoy, el sueldo básico prorrateado con aportes equivale a USD 2,75 por hora. En cambio, en turismo ya pagamos entre USD 5 y 8 por hora para eventos de tres o cuatro horas. Además, en el sector existe un 10% de servicio que se reparte entre todos los trabajadores, más las propinas que los clientes dejan y que también se distribuyen. Es decir, quienes trabajen bajo esta modalidad no solo tendrán un ingreso superior al básico, sino que se beneficiarán de estos adicionales. Un salonero en un evento puede terminar recibiendo 40 o 50 dólares en una sola noche.
-Críticos de la propuesta aseguran que el trabajo por horas precariza al trabajador. ¿Cuál es la posición de las Cámaras de Turismo frente a este argumento?
Lo primero que hay que dejar claro es que esta modalidad no debe aplicarse a quienes ya tienen un contrato fijo. No se trata de reemplazar empleos estables por empleos por horas. El temor de los trabajadores de ser despedidos para contratarlos bajo otra modalidad no debe materializarse. Para eso hay que puntualizarlo bien en la normativa. Lo segundo es el tema del seguro social. No puede quedar por fuera, pero debe existir un mecanismo práctico y ágil. El problema no es el valor, porque si hoy pago hasta 8 dólares por hora y me piden que de ahí deposite 2 al IESS, lo haría. El problema es la tramitología que frena la productividad. Lo que pedimos es que no se complique con procesos burocráticos que desalienten la contratación (…) Ahora, todo el mundo se quiere ir a Norteamérica, es la ilusión de todo el mundo, y allá van a trabajar por horas y son felices. Entonces veamos cuál es el camino que conviene al país, que conviene al que no tiene trabajo.
-¿Qué grupos de trabajadores tendrían más oportunidad con este sistema?
Principalmente jóvenes, tanto hombres como mujeres, que quieren su primer trabajo y que hoy no logran entrar al mercado. También amas de casa que necesitan horarios flexibles y jubilados que aún tienen energías y experiencia para aportar. Queremos rescatar esa experticia. Hay detalles que todavía deben definirse, por ejemplo, si “primer trabajo” significa el primero en toda la vida laboral o el primero en determinada empresa. Para eso justamente tenemos reuniones con el ministro de Turismo, Mateo Estrella, y estamos afinando propuestas.
-Hablemos de números. Se dice que este tipo de contratos ayudaría a mejorar la productividad del sector, ¿en qué porcentaje, en dólares de cuánto sería el crecimiento?
Podríamos hablar de unos 50 millones de dólares adicionales al año. Esto lo calculamos tomando como referencia los feriados, que son nuestros grandes dinamizadores. Un feriado puede mover entre 80 y 120 millones de dólares a nivel nacional. En esos días pasamos de una ocupación promedio de 50–60% al 100% en muchos destinos. Quito y Guayaquil son las excepciones porque en feriados suelen perder flujo, pero ciudades como Baños, Cuenca, Ambato o Riobamba colapsan de turistas. La contratación por horas nos permitiría responder mejor en esos momentos y aprovechar al máximo la capacidad instalada.
-¿Podría reducir el desempleo nacional?
No necesariamente bajará la tasa oficial de desempleo, porque lo que generamos no son plazas fijas, pero sí aumentará la producción y la productividad del sector. También ayudará a los jóvenes estudiantes porque les permite acortar la brecha entre el aula y la vida laboral. Muchos salen con título pero sin experiencia. Esta modalidad les permitirá ganar práctica y prepararse para futuros trabajos estables.
-¿Qué pasa si no se aprueba esta modalidad de contratación en la consulta popular, qué otro camino ve el sector turístico para generar empleo a corto plazo?
Lo que hemos hecho hasta ahora, contratar con factura, pero eso encarece costos y resta dinamismo. Un evento puede surgir de un día para otro y necesitamos contratar con rapidez. El trabajo por horas ya existía en Ecuador y cuando lo eliminaron fue un golpe duro para el turismo. Hoy, sin ese mecanismo, perdemos oportunidades y se dificulta atender a grandes grupos o eventos imprevistos.
-Se dice que la figura beneficiaría solo a grandes cadenas hoteleras. ¿Es así?
No, eso no es correcto. En cifras, el 98% de las empresas turísticas en Ecuador son familiares. Apenas el 12% corresponde a cadenas de cinco estrellas. Entonces, este sistema beneficiaría a los pequeños negocios, a los emprendedores, a quienes tienen un restaurante o una hostería y necesitan contratar personal extra solo para un evento. No es un beneficio exclusivo de los grandes hoteles.
-¿Cuál es la situación actual del empleo en el sector?
Antes teníamos alrededor de 750 mil empleos directos en turismo. Hoy estamos en 600 mil. Es decir, se han perdido más de 100 mil plazas. En ocupación, antes teníamos un promedio del 70% dependiendo de las ciudades. Hoy estamos en 50–60%. Algunos destinos como General Villamil Playas han caído al 40–50% debido a problemas coyunturales. Otros, como Esmeraldas, han comenzado a recuperarse. Manta ha bajado, aunque con tendencia al alza. Y Baños y Ambato suelen subir al 100% en feriados. Todo depende de las noticias y del contexto de cada zona.
-¿Cómo ha incidido la inseguridad en la llegada de turistas internacionales?
Es un factor que no podemos negar, pero no es determinante. Yo le pongo un porcentaje: entre un 15 y 20% de afectación. No es el 100%. Lo que pasa es que también influyen la promoción, la actividad económica y la inversión en eventos. Mire lo que sucede en México o en Medellín (Colombia): ambos tienen altos índices de inseguridad, pero también récords de turismo. Entonces hay que poner las cosas en perspectiva.
-¿Qué falta para que Ecuador sea más competitivo frente a países vecinos como Perú y Colombia?
Necesitamos una promoción más agresiva. No basta con participar en ferias, hay que contar nuestras bondades de manera permanente. En Colombia se usó la campaña “El peligro es que te quieras quedar” y resultó muy efectiva. Nosotros debemos contrarrestar las noticias negativas con 100 noticias positivas, hablar de nuestra gastronomía, de nuestro bolón, de la cultura, de la gente. Al mismo tiempo, necesitamos políticas públicas estables. Muchas veces tenemos políticas de ministro, no de Estado. Cambia el ministro y cambia todo. Ahora al menos tenemos continuidad en la marca país con Niels Olsen y Mateo Estrella, pero con la fusión de Turismo y Producción necesitamos que se mantenga esa línea y que no volvamos a empezar de cero.
-¿Qué incentivos existen hoy para la inversión turística?
Tenemos algunos beneficios, como la deducción del 150% en gastos de seguridad y las exoneraciones tributarias de 5 a 7 años para nuevas inversiones mediante convenios. Por ejemplo, si voy a construir un hotel de 100 habitaciones con una inversión de 15 millones de dólares, las importaciones necesarias no pagan impuestos. Eso es positivo, pero falta más para incentivar a los pequeños emprendimientos.
-¿Qué opina de las alianzas público-privadas?
Son fundamentales. El turismo no se desarrolla si cada uno trabaja por su lado. Creo en las sociedades, en las alianzas, en el trabajo conjunto. A veces en Ecuador no se confía en esas figuras, pero yo estoy convencido de que sin alianzas público-privadas será muy difícil competir con otros países.
-¿Qué otros retos tiene el sector?
Uno de los principales es la informalidad. En el universo del turismo tenemos alrededor de 27 mil negocios formales, pero existen 28 mil informales entre restaurantes, alojamientos y transporte. No se trata de eliminarlos, sino de invitarlos a formalizarse. Otro reto es recuperar el aporte al PIB. Antes estábamos en 2,2%, ahora apenas llegamos al 1,4%. Eso significa que hemos perdido costos de oportunidad.
-¿Y en cuanto al retorno de los casinos?
Sería importante. Cuando se prohibieron los casinos, se perdieron 22 mil empleos. Si regresan, podrían generarse 20 mil puestos de trabajo. La diferencia es que ahora hay menos hoteles cinco estrellas porque algunos bajaron de categoría, pero de todas formas el impacto sería significativo en empleo y dinamización.
-¿Qué balance hace de la gestión gubernamental en promoción turística internacional?
Yo diría que ha sido positiva porque se ha mantenido la marca país y, sobre todo, la certidumbre. Para invertir, la certidumbre es clave. Hoy tenemos reuniones periódicas con el ministro Mateo Estrella y eso nos permite planificar. La promoción internacional debe crecer, sí, pero lo importante es que ahora hay estabilidad y diálogo.
-¿Qué es lo que falta en provincias como Manabí, para atraer y fortalecer el flujo turístico?
Aquí sí es con los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), porque el ministerio te ve de una forma global, de ahí tienes tú las prefecturas, pero también tienes a los alcaldes que tienen injerencia, nadie viene a una ciudad cementerio, a una ciudad muerta, tienes que tener actividades culturales, deportivas. Tienes que tener todo lo que más puedas de actividades para hacerla atractiva, para yo tener la iniciativa, el impulso, la motivación de ir a un Cuenca, a un Baños, a un Sucumbíos, ir a alguna parte por algo, por su gastronomía, por su gente, por su cultura, etc.
-La mano de obra ha sido local durante los últimos años. ¿Se incrementó con temas de trabajadores extranjeros por temas migratorios, cómo ha sido este proceso?
Es principalmente local. Los extranjeros generalmente ocupan cargos gerenciales en cadenas internacionales, pero ya vemos ecuatorianos dirigiendo esas mismas cadenas. Eso es bueno porque refleja transferencia de conocimientos. Antes un artista llegaba con todo su equipo del extranjero; ahora lo contrata aquí, con proveedores ecuatorianos. Eso también es productividad.