El día que María Eliza Delgado empezó a sustentar su tesis académica en la Universidad Eloy Alfaro de Manabí, su mamá, Nancy Pinargote, casi se “ahoga” de la emoción.
A ella le encargaron la misión de grabar con el celular ese momento histórico, pero apenas su hija empezó a defender su proyecto, no cesó de llorar y las lágrimas de felicidad no le permitían captar las escenas, además que su sollozo se escuchaba en toda la sala.
Y no era para menos doña Nancy con el orgullo desbordado y una felicidad infinita, recordaba todo el largo camino de más de 30 años que recorrió hasta lograr que su hija María Eliza, una chica con Síndrome de Down, sea una profesional, y de paso se convierta en la primera en Manabí en lograr obtener un título de tercer nivel.
Luego de la exposición fluida y segura, los profesores le pusieron 19,54 puntos ratificando así los conocimientos y la inteligencia de María Eliza, quien se graduó a los 36 años.
El apoyo de la familia es fundamental
Doña Nancy, ahora con 61 años, y vigente profesora artesanal de belleza, cierra los ojos unos segundos y recuerda cuando tenía 25 años y se convirtió en madre de una niña, a la cual no se la dejaron ver de inmediato “porque algo había pasado”.
Cuando ella insistió en explicaciones los médicos y familiares le dieron la noticia sin anestesia, “es mongolita” exclamaron.
Ella respiró profundo y desde allí empezó su lucha, prácticamente sola. No cesó hasta no ver a su hija integrada totalmente en la sociedad de Manta. Buscó a cuanto terapista de lenguaje y físico le recomendaban en los consultorios de la ciudad, quienes luego fueron claves para que ella hable normal, camine sin problemas y realice sus actividades.
Sin embargo, las grandes peleas empezaron en los planteles educativos.
La lucha por la inclusión de las personas Down
Eran tiempos donde la sociedad era cruel con estos casos y la palabra Down era temida y no permitían el acceso de niños con esa condición. La luchadora madre aún espera encontrar a aquella docente del colegio Ascario Paz que le dijo que la niña no serviría para estudiar, a ella es que le quiere mostrar el título de licenciada en trabajo social que alcanzó en la Universidad. Sin embargo no fue la única, un rector tratando de suavizar las cosas, le indicó que los padres de familia no permitían que “niños mongolitos” estudien con los de ellos. En definitiva eso le paso desde la primaria hasta la universidad, donde una catedrática española nunca aceptó que ella podía estudiar, incluso la reprobó un año, pero ella nunca claudicó.
En la actualidad María Eliza es una mujer inspiradora para toda la sociedad Down de Manabí y el país. Es una dama muy preparada, es experta en informática, habla inglés con fluidez, licenciada en trabajo social y ahora va por una maestría.
Lo único que madre e hija lamentan es que María Eliza, si bien ha tenido varios trabajos, aún no consigue laborar en su área, eso aunque ha presentado su carpeta en dos lugares. Igual ambas siguen juntas, como ha sido en estos 36 años. que ya tiene María Eliza.
Dana Acosta tiene talento para la actuación
La vida de Dana Acosta es muy agitada. Tiene 21 años y su agenda la comparte entre las clase de artes escénicas en la universidad, clases de ballet o tocando la batería, también debe sacar tiempo para grabaciones de videos de producciones independientes.
De hecho hace poco estuvo en Guayaquil grabando con los personajes del afamado programa MasterChef.
Antes en la misma ciudad también participó en la obra de teatro ‘El hacedor de todo’ que se presentó en el teatro Sánchez Aguilar de Guayaquil.
Su historia también parece sacada de una serie de Netflix: problemas para ingresar a los planteles, bullying y una familia inquebrantable que no dio su brazo a torcer aún con los peores diagnósticos y comportamientos humanos, al punto que tuvieron que recurrir a la justicia ordinaria para que le den un cupo universitario.
Sin embargo, para ellos eso ya es cosa del pasado y perdonan todo, más bien su madre, Carmen Chinga, una abnegada enfermera, y sus cinco hermanas más su padre, se deleitan viéndola moverse en los escenarios como pez en el agua, declamando sus monólogos intensos y viviendo una vida feliz y sin límites.
La perseverancia ha sido clave
Dana ya está en cuarto semestre de la Universidad San Gregorio de Portoviejo, brilla en todo pero detrás de ella también hay otra historia de perseverancia y mucho esfuerzo. Apenas tenía dos meses cuando empezó terapia física y a los 10 meses conoció la terapia de lenguaje, que incluso aún la mantiene, pues la familia no quiere el más mínimo error.
El sueño de Dana es ser una gran actriz. Está dando pasos en firme y pocos dudan que lo logrará.
Tiene una habilidad innata y una constancia a toda prueba. Ni a ella ni a María Eliza, el cromosoma extra en el par 21 que tienen las personas Down, no las ha limitado, más bien las incentiva a querer ser mejores en un mundo que cada vez se adapta más a ellos.
Galo Mero.