El 24 de diciembre de 1865, seis excombatientes confederados fundaron el Ku Klux Klan en Pulaski, Tennessee, inicialmente como un divertimento. Sin embargo, la organización se transformó rápidamente en una máquina racista dedicada a aterrorizar y matar, inicialmente a personas afrodescendientes.
Su objetivo se expandió para incluir a personas judías, católicas, homosexuales, sindicalistas, comunistas, y a cualquier individuo que no se ajustara a su ideología de supremacismo blanco protestante. La fundación del KKK coincidió con un período de profunda tensión en Estados Unidos.
Poco antes de que Abraham Lincoln asumiera la presidencia con un programa para abolir la esclavitud, siete estados del sur, cuya economía dependía de las plantaciones de algodón y tabaco con mano de obra esclava, proclamaron su secesión y constituyeron la Confederación. Aunque Lincoln intentó negociar para evitar la guerra, el conflicto estalló después de que las fuerzas sureñas atacaran varias fortificaciones federales, lo que llevó a otros cuatro estados del Sur a unirse a la Confederación.
La abolición de la esclavitud
Durante el conflicto bélico, el 1 de enero de 1863, Lincoln aprobó la abolición de la esclavitud y la igualdad de derechos para toda la ciudadanía, una medida que fue categóricamente rechazada por el Sur secesionista. Esta región percibía la Proclamación de Emancipación como una intromisión del Norte industrializado en su modelo productivo rural y esclavista. Tanto durante como después de la guerra, los terratenientes sureños observaron cómo su hasta entonces gratuita mano de obra abandonaba el campo, desestabilizando su modelo económico.
Esta situación generó una feroz resistencia a las políticas de Lincoln y una creciente hostilidad hacia las personas anteriormente esclavizadas a medida que se les reconocían derechos como la educación, la propiedad y el voto, aunque estos no siempre se hicieran efectivos.
El naciente Ku Klux Klan canalizó este odio racista, que rápidamente degeneró en violencia y terror. En 1866, para visibilizar el supremacismo blanco y su rechazo a la creación de una escuela para personas negras, un dirigente local del KKK en Athens, Alabama, secuestró a un estudiante y lo arrojó a un arroyo helado.
Esta agresión marcó un brutal salto cualitativo respecto a los orígenes del “club social” de Pulaski, cuyos fundadores parecían inicialmente conformarse con asustar e intimidar a los afroamericanos con su parafernalia, que incluía túnicas y máscaras, y sus rimbombantes títulos como Gran Dragón, Gran Titán o Gran Cíclope.
Consolidación y auge de la violencia
En 1867, el autodenominado “Imperio Invisible del Sur” celebró su primera gran convención y designó al antiguo general confederado y terrateniente Nathan Bedford Forrest como su principal líder o “Gran Mago”. Con esta consolidación, el KKK intensificó sus esfuerzos para las elecciones presidenciales de 1868, dedicándose a intimidar al electorado, especialmente a la población afroamericana.
Las formas de violencia fueron múltiples, abarcando desde asaltos nocturnos a hombres, mujeres y niños negros, a quienes increpaban, amenazaban de muerte o secuestraban, hasta palizas, flagelaciones, torturas y asesinatos.
Aunque no todas las víctimas fueron afroamericanas ni todas las agresiones pudieron atribuirse directamente al Ku Klux Klan –también fueron atacados integrantes y simpatizantes blancos del Partido Republicano que rechazaban la esclavitud–, la contienda electoral de 1868 se cobró más de 1.000 vidas solo en el estado de Luisiana y unas 2.000 en Arkansas.
Los principales objetivos del Klan fueron las figuras políticas negras más influyentes, a quienes intentaron boicotear y sacar de escena utilizando diversos medios: desinformacion, campañas de desprestigio, asaltos a sus hijos escolares, amenazas de muerte, negación de créditos bancarios y destrozos de sus propiedades. La connivencia de muchas autoridades locales y del Partido Demócrata, que en esa época tenía su bastión en el Sur, aseguraba la impunidad del KKK, cuyas acciones solían quedar ocultas por la falta de testigos o por su silencio aterrorizado.
Declive temporal y resurgimiento del KKK
La brutal campaña de intimidación del Klan llevó al Congreso a aprobar en 1871 una Ley del Ku Klux Klan. Esta legislación permitió al presidente republicano Ulysses S. Grant suspender algunas garantías constitucionales, declarar la ley marcial en zonas conflictivas y movilizar tropas federales para frenar al KKK. Tras las detenciones masivas de sus dirigentes y su disolución oficial en ese mismo año, el Klan fue desmantelado.
Sin embargo, no dejó de cometer actos violentos, como la Masacre de Colfax en Luisiana en 1873, donde un centenar largo de afroamericanos fueron asesinados. A pesar de esta derrota aparente, el Klan “derrotado” logró muchos de sus objetivos, ya que tras la llamada Reconstrucción, destinada a reintegrar a los estados secesionistas sureños, sus políticas de segregación racial fueron avaladas por las Leyes Jim Crow y su doctrina de “separados pero iguales”.
Estas leyes prolongaron durante décadas una brutal discriminación racial. El Ku Klux Klan alcanzaría su esplendor en la década siguiente, impulsado por un departamento de publicidad dirigido por especialistas. En ese periodo, llegó a contar con cuatro millones de miembros y obtuvo recursos millonarios a través de cuotas y donaciones de grandes empresarios como Henry Ford, que contribuyeron a sus finanzas, señala un artículo de Amnistía Internacional.
Impacto social y caída posterior
Este auge le aseguró al KKK una gran influencia económica, social y política, llevando a algunos de sus integrantes a ocupar cargos como alcaldes, gobernadores y senadores. Este crecimiento también impulsó su violencia racista contra una lista ampliada de enemigos que incluía todo aquello que no fuera considerado estadounidense, blanco y protestante.
Sin embargo, la caída de este segundo Klan fue tan vertiginosa como su ascenso. En contraste con el espectacular desfile de 50.000 miembros del KKK en Washington en 1925, la condena de un importante líder de Indiana, David Stephenson, sentenciado a cadena perpetua por violar y asesinar a una joven de 20 años, provocó que muchos de sus integrantes abandonaran la organización. La Gran Depresión de los años 30 agravó aún más su crisis, poniendo fin a aquella época dorada y dando paso a otra etapa de decadencia.
En esta tercera etapa, el “Imperio Invisible” del KKK se fragmentó en pequeños grupos dispersos que actuaban por su cuenta y recurrían al terrorismo con bombas en iglesias y lugares de reunión, así como asesinatos selectivos de líderes de raza negra.
No obstante, también comenzaron a atacar a activistas blancos, lo que atrajo una mayor atención y rechazo en todo el país. Un ejemplo notable fue la mortal emboscada en 1964 a dos activistas blancos y uno negro, en la que la justicia inicialmente se mostró esquiva.
Juicio por asesinato
El estado de Mississippi se negó a juzgar por asesinato a los miembros del KKK responsables, quienes solo pudieron ser procesados por el delito federal de violación de los derechos civiles. Ninguno pasó más de seis años en prisión, y el principal acusado, líder del Klan en la zona, quedó libre porque un miembro del jurado se negó a condenarlo por ser ministro baptista.
Tres décadas tardaría ese estado sureño en rectificar, reabrir el caso y procesarlo, esta vez con una condena de 60 años por homicidio. Uno de los atentados más sangrientos del Klan en su tercera etapa fue la explosión que en 1963 mató a cuatro niñas e hirió a decenas de personas en un templo baptista afroamericano de Birmingham, Alabama.
Este ataque provocó una protesta masiva en todo el país y reforzó el apoyo social a la Ley de Derechos Civiles, aprobada en 1964 durante la presidencia de John F. Kennedy. Fue el principio de un nuevo declive del Ku Klux Klan, que continúa en la actualidad, aunque la amenaza del supremacismo blanco y el odio racista persiste latente, manifestándose a través de las redes sociales en la menor oportunidad. (10)