La práctica de dar mesada a los niños se consolida como una estrategia para enseñar educación financiera desde temprana edad. Alrededor del 60% de los padres otorgan dinero semanal o mensual a sus hijos, según expertos, con el objetivo de fomentar habilidades de ahorro, planificación y toma de decisiones. Sin embargo, expertos advierten que, sin orientación adecuada, esta práctica podría incentivar el consumismo o generar desigualdades entre los menores.
La mesada, entendida como una cantidad fija de dinero que los padres entregan a sus hijos para gastos personales, suele comenzar a partir de los 6 o 7 años, cuando los niños comprenden conceptos básicos de matemáticas. En promedio, los niños de 7 años reciben $5 por semana, mientras que los adolescentes de 18 años pueden obtener hasta $17, según el Informe de Economía Juvenil. Estas cifras varían según los ingresos familiares y las responsabilidades asignadas, como realizar tareas domésticas.
Beneficios de la mesada infantil
La psicóloga Vanessa Armendáriz destaca que la mesada, bien estructurada, fortalece la inteligencia financiera. “Enseña a los niños a diferenciar entre necesidades y deseos, a elaborar presupuestos y a priorizar gastos”, explica. Por ejemplo, Juan Carlos León, padre de dos niños, cuenta cómo su hija ahorró tres meses para comprar un libro, aprendiendo el valor del esfuerzo y la espera.
Además, asociar la mesada a tareas domésticas fomenta la ética laboral. Algunas familias ofrecen bonificaciones por trabajos adicionales, reforzando la idea de que el esfuerzo tiene recompensas. La mesada también promueve la autonomía, ya que los niños deciden cómo gastar su dinero, enfrentándose a dilemas como elegir entre un videojuego o un regalo para un familiar.
Riesgos y desafíos
A pesar de sus ventajas, la mesada puede tener efectos negativos si no se acompaña de supervisión. La economista Ángeles Hernández advierte que dar dinero sin reglas claras puede fomentar el consumismo o crear un sentido de derecho en los niños.
Asimismo, las diferencias en los montos recibidos entre compañeros pueden generar comparaciones y afectar la autoestima. Estudios también sugieren que una mesada sin guía podría estar asociada a comportamientos como el consumo de drogas o el acoso, aunque estos riesgos se mitigan con una educación financiera adecuada. Un estudio en Países Bajos encontró que quienes recibieron mesada con orientación ahorran entre un 16% y un 30% más en la adultez.
Recomendaciones para padres
La economista Hernández sugieren establecer montos fijos y periódicos, no superiores al 10% del ingreso familiar disponible, y definir reglas claras sobre su uso. Por ejemplo, exigir que una parte se destine al ahorro enseña a los niños la importancia de la gratificación diferida, recalca. También se recomienda acompañar el proceso con diálogos sobre el valor del dinero y ejemplos prácticos, como abrir una cuenta de ahorros infantil.
Una práctica en debate
Aunque la mesada es una herramienta valiosa para enseñar responsabilidad, su efectividad depende de la guía parental. Sin supervisión, puede convertirse en un incentivo para gastos impulsivos. En contraste, con un enfoque educativo, se transforma en una oportunidad para formar adultos responsables con sus finanzas. En un contexto donde la economía personal es clave, la mesada infantil se posiciona como un primer paso hacia la independencia financiera.