Estuve recorriendo varios mercados y tiendas en Fort Lauderdale, Florida, porque quería comprar una pitahaya para mi madre. Esa fruta tropical que parece de otro mundo: piel roja encendida, con escamas verdes que parecen lenguas de fuego, y por dentro, pulpa blanca salpicada de diminutas semillas negras.
La nostalgia, dicen, tiene precio, y aquí en La Yoni —como le decimos entre broma y cariño a Estados Unidos— ese precio duele un poco. En Jacksonville descubrí que en Publix cuesta 3.99 dólares cada una. Solo una, con su etiqueta de “Frutas Exóticas” y “Product of Ecuador” (producto del Ecuador), que parece recordarte que, para muchos, es un lujo más que una costumbre.
La pitahaya en supermercados de Estados Unidos
Movido por la curiosidad seguí buscando. En Fort Lauderdale, en un Sedano’s, vi que el precio sube aún más: 6.99 dólares por libra. Es decir, si compras un par que pesen algo más de media libra cada una, te puedes ir rozando los quince dólares solo por dos pitahayas.
En Walmart las he visto por alrededor de 5.98 dólares la unidad; en Rowe ronda los 4.99, y si tienes suerte, en Aldi puede bajar hasta 3.49, aunque no siempre está disponible. Lo cierto es que, donde sea que la busques, sigue siendo una fruta cara.
Mientras caminaba por los pasillos refrigerados, pensé en lo distinto que es esto allá en Ecuador. En el mercado La Ofelia, en Quito, o en el San Bartolo de Calceta, en Manabí, puedes conseguir pitahayas frescas por uno o dos dólares cada una, dependiendo de la temporada. Y no solo es el precio: es la frescura, el aroma dulce que llena el aire, algo que aquí, bajo luces blancas y etiquetas en inglés, parece perderse.
Allá, la pitahaya sigue siendo especial, pero no inalcanzable. Es parte de la mesa, del jugo fresco en las mañanas o del postre improvisado. Aquí, en cambio, la veo exhibida como una joya tropical: brillante, perfecta… ¡y cara!
La pitahaya “cura el alma”
Pensé en mi madre, que alguien le comentó que la pitahaya “cura el alma y refresca el cuerpo”, alguien que creció escuchando historias de cómo ayuda a la digestión y lo difícil que era verla en Ecuador hace años, hasta que se empezó a cultivar más. Hoy, Ecuador exporta toneladas de pitahaya a Estados Unidos y Asia, donde la fruta se vende como algo exótico.
“¿Cuánto cuesta una pitahaya en La Yoni?”, me pregunté de nuevo mientras veía a una pareja de centroamericanos mirarla con curiosidad. Para ellos quizás sea solo una fruta rara; para mí, sabe a casa.
#EstadosUnidos | En Sedano’s, una cadena de supermercados hispanos que opera principalmente en el sur de la Florida, la libra de Fruta del Dragón (Dragon fruit, en inglés), te cuesta $6.99 dólares.
Más información➡️https://t.co/5BIh9nQaqe pic.twitter.com/M6vnTY5MDT
— Manavisión Canal 9 (@manavisionec) July 20, 2025
Al final salí de Sedano’s con tres o cuatro pitahayas en la bolsa. Siete dólares la libra, más impuestos. ¡Saca la cuenta! Duele un poco pagarla sabiendo que en Ecuador cuesta menos de un tercio. Pero cuando la abra en la mesa, y mi madre la pruebe, sé que, aunque sea por un instante, volveremos a sentir que estamos más cerca de Calceta, de Ecuador, y de aquellos mercados donde la nostalgia no tiene precio.
Porque aquí, la pitahaya no solo cuesta dólares: cuesta memoria. Y a veces, esa memoria vale cada centavo.
Por: Kike Perdomo. (MV).
