A los vecinos de José Ramón Vélez, de 45 años, y Aracely Monserrathe Pinargote, de 50, les pareció extraño que durante toda la noche del sábado y hasta antes del mediodía del domingo en la casa de la pareja permanezca encendido el equipo de sonido.
El ruido de las canciones a todo volumen no sólo interrumpió la tranquilidad de quienes viven en la calle E de la cooperativa Gustavo Campi, en la parroquia San Camilo, en Santo Domingo, sino también los alertó. Aquello no era algo usual en la pareja.
Los lugareños avisaron de la novedad al hijo de Aracely, Juan Carlos Palacios.
Preocupado, llegó hasta la vivienda de su madre. La llamó insistentemente y al ver que nadie le respondía con la ayuda de los vecinos decidió trepar por una pared hasta poder ingresar a la habitación donde encontró a su madre y a su padrastro muertos.
Ambos permanecían acostados en la cama. En la habitación se halló además un plaguicida. Al inicio se creyó que ambos se habrían suicidado, sin embargo, la autopsia reveló algo macabro. José Ramón habría estrangulado a Aracely, luego de matarla él se tomó veneno, se acostó junto al cuerpo de su mujer y esperó la muerte.
RELACIÓN. La historia de amor entre José Ramón y Aracely, que inició hace once años, terminó en tragedia.
Los cinco años de diferencia de la pareja no fueron, al inicio, impedimento para disfrutar de su amor. Luego de mantener una relación como novios decidieron vivir juntos.
José Ramón se dedicaba a realizar trabajos agrícolas, él se quedó viviendo en la casa de Aracely.
Silvia Palacios, hija de Aracely, asegura que antes de estrangular a su madre, José Ramón la golpeó, “tenía laceraciones en sus rodillas, parecería que la habría arrastrado”, señaló, ella cree que su padrastro trató de darle el veneno a la fuerza a su madre, al ver que no pudo hacerlo decidió estrangularla.
Kathy Palacios, otra de las hijas de Aracely, recordó que su progenitora tenía intenciones de separarse, “estaba cansada de los maltratos psicológicos y físicos”. Él al conocer aquello le había dicho que si ella lo dejaba él se iba a suicidar.
“Era un hombre conflictivo, no quería que ni nosotros visitemos a nuestra madre, quería que la merienda esté lista a las cuatro de la tarde cuando él llegaba del trabajo, era muy celoso”, comentaron las hijas de la víctima, quien luego de la autopsia fue llevada a su casa en la cooperativa Gustavo Campi.
Por su lado, familiares de José Ramón se mostraron sorprendidos por la tragedia, sobre lo ocurrido prefirieron no decir nada, su cuerpo fue trasladado hasta el sector La Gilse de la parroquia Crucita, de Portoviejo (Manabí).