El consumo frecuente de bebidas azucaradas durante las comidas principales –desayuno, almuerzo y merienda– está asociado con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y caries dentales, según estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional de Salud Pública de Ecuador (INSP). En un país donde el consumo per cápita de estas bebidas alcanza los 67 litros anuales, las autoridades sanitarias advierten sobre los impactos negativos de esta práctica en la salud pública.
Ecuador enfrenta una alta prevalencia de obesidad y sobrepeso, con un 62.8% de adultos y un 8.5% de niños afectados, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2012. Las bebidas azucaradas, como gaseosas, jugos industrializados y bebidas energéticas, representan una fuente significativa de calorías vacías, contribuyendo al 10% de la ingesta calórica diaria en muchos hogares ecuatorianos. Una sola gaseosa de 355 ml puede contener hasta 10 cucharaditas de azúcar. El dato, supera el límite diario recomendado por la OMS de 25 gramos para una dieta de 2,000 calorías.
Efectos metabólicos y nutricionales
El consumo regular de bebidas azucaradas durante las comidas principales afecta el equilibrio nutricional. Estas bebidas, ricas en azúcares libres como la fructosa, no generan saciedad, lo que lleva a un exceso de calorías. Según un estudio de la Universidad Central del Ecuador, los estudiantes consumen estas bebidas de dos a tres veces por semana, principalmente por su sabor, accesibilidad y precio. La fructosa, común en el jarabe de maíz de alta fructosa, eleva los niveles de ácido úrico, aumentando el riesgo de hipertensión y gota.
Además, el consumo de bebidas azucaradas se asocia con un aumento del 25% en el riesgo de diabetes tipo 2 y hasta un 60% en obesidad infantil, según investigaciones internacionales. En Ecuador, el alto consumo de gaseosas (51 litros per cápita al año) y otras bebidas azucaradas (16 litros) desplaza opciones más saludables como el agua o la leche, especialmente en niños. La situación, contribuye a deficiencias nutricionales y problemas dentales.
Impacto en poblaciones vulnerables
En niños y adolescentes, el consumo de bebidas azucaradas durante las comidas principales tiene consecuencias significativas. Un estudio en la provincia de Pastaza encontró que los jóvenes de 15 a 19 años consumen estas bebidas frecuentemente, influenciados por la publicidad y la fácil disponibilidad en quioscos escolares. Este hábito está relacionado con un mayor riesgo de caries dentales y un menor consumo de leche. El caso podría incrementar el riesgo de osteopenia en el futuro.
En adultos, el impacto es igualmente alarmante. Según datos globales analizados por la OMS, el consumo de bebidas azucaradas contribuyó a 2.2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 . Además, se registró 1.2 millones de casos de enfermedades cardiovasculares en 2020. En Ecuador, el Ministerio de Salud reportó que el consumo de gaseosas disminuyó de 52.91 litros per cápita en 2016 a 26.3 litros en 2017 tras la implementación de impuestos. Sin embargo, sigue siendo elevado en comparación con el agua.
Recomendaciones para mejorar salud
Ecuador ha implementado medidas como impuestos a las bebidas azucaradas, restricciones en su venta en escuelas y etiquetado tipo semáforo para informar a los consumidores. Un estudio de Euromonitor Internacional (2014-2019) señala que, aunque el consumo de gaseosas es elástico al precio, su reducción ha sido limitada. La OMS recomienda reforzar estas políticas con campañas educativas y mejorar el acceso al agua potable en comunidades vulnerables.
Expertos sugieren sustituir las bebidas azucaradas por agua, infusiones sin azúcar o frutas enteras, que aportan fibra y regulan la glucosa. Estas medidas, combinadas con educación nutricional desde la infancia, son clave para reducir los riesgos asociados y promover una dieta equilibrada en Ecuador.