Los parásitos intestinales afectan a millones de personas en todo el mundo, especialmente en regiones con acceso limitado a agua potable y condiciones de higiene precarias. Tres señales clínicas comunes pueden alertar sobre la posible presencia de estos organismos en el sistema digestivo: dolor abdominal, fatiga inexplicable y cambios en el apetito o peso, según especialistas del área de salud pública.
¿Qué son los parásitos intestinales?
Los parásitos intestinales son organismos que viven en el tracto gastrointestinal humano y se alimentan de nutrientes del huésped. Pueden clasificarse en dos grupos principales: helmintos (gusanos como áscaris, tenias o oxiuros) y protozoos (como Giardia lamblia o Entamoeba histolytica). La infección puede producirse por agua o alimentos contaminados, contacto con superficies infectadas o malas prácticas de higiene.
Señales que pueden indicar infección parasitaria
1. Dolor abdominal y alteraciones digestivas
El síntoma más común es el malestar abdominal persistente, que puede incluir diarrea frecuente, gases, hinchazón o náuseas. En algunos casos, también se presenta estreñimiento alternado con episodios diarreicos, lo que puede dificultar el diagnóstico.
2. Fatiga constante o debilidad
Los parásitos compiten por los nutrientes del cuerpo, lo que puede causar cansancio generalizado, dificultad para concentrarse o sensación de debilidad, incluso tras descansar adecuadamente. Este síntoma es frecuente en infecciones prolongadas no tratadas.
3. Pérdida o aumento del apetito sin causa aparente
Algunas infecciones provocan disminución del apetito, mientras que otras pueden generar aumento de hambre repentino, sin una razón evidente. En ambos casos, puede observarse pérdida o ganancia de peso involuntaria en poco tiempo.
Diagnóstico y tratamiento
Para confirmar la presencia de parásitos, es necesario realizar un examen coproparasitario, que analiza una muestra de heces en laboratorio. En algunos casos se requieren múltiples muestras para detectar correctamente al organismo invasor.
El tratamiento suele incluir antiparasitarios orales, como albendazol, mebendazol o metronidazol, dependiendo del tipo de parásito detectado. El seguimiento médico es esencial para asegurar la erradicación completa y evitar reinfecciones.
Prevención: claves para evitar infecciones
La forma más efectiva de prevenir infecciones parasitarias es mantener hábitos adecuados de higiene, como:
- Lavar bien las manos con agua y jabón, especialmente antes de comer o después de ir al baño
- Consumir agua potable o tratada
- Lavar y desinfectar frutas y verduras
- Cocinar adecuadamente carnes y pescados
- Evitar caminar descalzo en zonas de riesgo
Las autoridades sanitarias también recomiendan desparasitaciones periódicas, especialmente en entornos escolares o comunitarios, donde el contagio puede ser más frecuente.