Comida asada: beneficios, riesgos y pautas para un consumo responsable

Aunque la comida asada es popular por su sabor, diversos estudios advierten riesgos potenciales para la salud si se consume con frecuencia o sin precauciones.
¿Comer carne asada te puede enfermar? Esto dicen los expertos
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Gabriela Mantuano

Redacción ED.

Gabriela Mantuano

Redacción ED.

Nací en Manta, Manabí, el 24 de julio de 1989. Licenciada en Ciencias de la Comunicación en la UL... Ver más

El consumo frecuente de comida cocinada al carbón, como asados y parrilladas, ha generado debate en el ámbito científico. Según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros centros especializados en nutrición, este método de cocción puede liberar sustancias potencialmente cancerígenas, aunque su consumo ocasional, bajo ciertas condiciones, no representa un riesgo elevado. La comunidad médica recomienda moderación y técnicas adecuadas de preparación.

La carne asada y sus efectos en los alimentos

El método de cocción al carbón consiste en exponer alimentos, especialmente carnes, a altas temperaturas directas generadas por brasas. Esta técnica es ampliamente valorada por el sabor ahumado que confiere, pero también puede provocar la formación de compuestos químicos peligrosos.

Entre las principales sustancias que preocupan a los expertos están las aminas heterocíclicas (AHC) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). Ambos se generan cuando la carne es cocinada a temperaturas muy altas o cuando la grasa gotea sobre las brasas, provocando humo que luego impregna el alimento.

Estudios del Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. indican que estas sustancias han demostrado tener efectos carcinógenos en animales de laboratorio, aunque su impacto exacto en humanos aún está en evaluación. Aun así, las autoridades sanitarias recomiendan limitar la exposición continua a estos compuestos.

El equilibrio entre disfrute y prevención

A pesar de estos riesgos, no todos los expertos desaconsejan totalmente el consumo de alimentos al carbón. El problema, según nutricionistas y toxicólogos, radica en la frecuencia y forma de cocción más que en el alimento en sí.

Para reducir los riesgos, los especialistas sugieren:

  • Evitar carbonizar la carne: es importante no consumir partes quemadas o muy oscuras.
  • Marinar previamente los alimentos: ciertos ingredientes como el limón o el romero pueden reducir la formación de compuestos nocivos.
  • Usar cortes magros: para disminuir el goteo de grasa sobre las brasas.
  • Evitar el contacto directo con la llama: elevar la rejilla o cocinar con tapa ayuda a controlar la temperatura.

Además, alternar los tipos de alimentos —incorporando vegetales, pescados o frutas— reduce el riesgo general y mantiene una dieta más equilibrada.

Comida asada: tradición, sabor y cultura

El consumo de comida al carbón tiene profundas raíces culturales en muchas regiones del mundo, desde los asados argentinos y las barbacoas norteamericanas, hasta las parrilladas en países latinoamericanos y el kebab en Medio Oriente.

Su popularidad se ha mantenido a lo largo del tiempo por el sabor, la textura y la experiencia social que suelen rodear este tipo de preparación. Sin embargo, la modernización de hábitos alimenticios ha traído consigo una revisión crítica sobre cómo se cocinan los alimentos y cómo impactan en la salud a largo plazo.

Diversas organizaciones de salud pública recomiendan considerar los métodos de cocción como un factor clave en la prevención de enfermedades crónicas, incluyendo ciertos tipos de cáncer.

Recomendaciones médicas y consideraciones finales

El consumo moderado y ocasional de alimentos al carbón no representa un riesgo inmediato para personas sanas, siempre que se tomen precauciones en la preparación. Sin embargo, para quienes padecen de enfermedades gastrointestinales, inmunológicas o tienen antecedentes familiares de cáncer, los especialistas recomiendan extremar cuidados.

La Organización Mundial de la Salud sugiere diversificar los métodos de cocción —como el vapor, horneado o hervido— para disminuir la exposición a sustancias nocivas. Además, llevar una alimentación rica en frutas, vegetales y fibra ayuda a neutralizar efectos potenciales negativos de ciertos compuestos.

Comer carne o alimentos al carbón no es inherentemente dañino, pero sí puede implicar riesgos si se hace con frecuencia, sin control de temperatura ni técnica adecuada. La clave está en el equilibrio, la prevención y la conciencia alimentaria.

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