El 25 de abril de 1974, un golpe militar liderado por el capitán Salgueiro Maia y el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) puso fin a 48 años de dictadura en Portugal. Conocida como la Revolución de los Claveles, esta acción pacífica derrocó al régimen de Marcelo Caetano, instauró la democracia y marcó el fin de la guerra colonial, transformando la historia del país.
A las 1:30 de la madrugada, el capitán Salgueiro Maia reunió a sus tropas en la Escuela Práctica de Caballería de Santarém y anunció un golpe militar para derrocar la dictadura que oprimía a Portugal desde 1926. Liderado por el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), el movimiento, conocido como la Revolución de los Claveles, puso fin a 48 años de represión, instauró la democracia y marcó el fin de la guerra colonial en África.
Lo que logró la Revolución de los Claveles
En menos de 24 horas, el régimen de Marcelo Caetano colapsó sin derramamiento de sangre, gracias a la acción coordinada de militares y el apoyo masivo de la ciudadanía. La operación comenzó cuando la columna militar, compuesta por 160 hombres, 10 vehículos blindados, 12 vehículos de transporte, dos ambulancias y un jeep, salió de Santarém hacia Lisboa. A las 5:50 de la mañana, las fuerzas llegaron a Terreiro do Paço, en el centro de la capital, donde enfrentaron un momento crítico.
El brigadier Junqueira Reis, leal al régimen, ordenó a un tanque M47 disparar contra los sublevados. Salgueiro Maia, con una granada en el bolsillo, caminó hacia el tanque dispuesto a sacrificarse. Sin embargo, el teniente al mando del vehículo se negó a atacar, y las fuerzas del régimen se rindieron. Tras asegurar Terreiro do Paço, la columna se dirigió al Cuartel Carmo, donde se había refugiado el gobierno. En el trayecto, la población salió a las calles, celebrando y abrazando a los soldados.
Los claveles rojos, entregados por los ciudadanos, se convirtieron en el símbolo de la revolución cuando los militares los colocaron en los cañones de sus rifles. A las pocas horas, Marcelo Caetano entregó el poder al general António Spínola y fue escoltado fuera del cuartel. El golpe militar había triunfado. El régimen derrocado, conocido como el Estado Novo, fue instaurado en 1932 por António de Oliveira Salazar y continuado por Caetano tras la incapacidad de Salazar en 1968.
La represión de la dictadura
Durante 48 años, Portugal vivió bajo un sistema autoritario que censuró libertades, reprimió a la oposición mediante la policía secreta y mantuvo una guerra colonial en África que agotó al país. La población enfrentaba miseria, y los militares, especialmente los oficiales jóvenes, estaban descontentos por el desprestigio de las Fuerzas Armadas y la falta de una solución política al conflicto colonial.
El MFA, compuesto principalmente por capitanes de entre 30 y 40 años, planeó el golpe durante meses. “La población nos veía como el soporte de un régimen represivo. Queríamos recuperar nuestro prestigio, acabar con la dictadura y establecer la democracia”, explicó el teniente coronel Vasco Lourenço, uno de los ideólogos del movimiento.
Según Francisco Ruivo, investigador del Instituto de Historia Contemporánea de la Nueva Universidad de Lisboa, la generación de estos oficiales, con experiencia directa en la guerra colonial, fue clave para el cambio. “Eran hombres que conocían la realidad de África y querían democratizar el país”, afirmó.
Camino a la democracia
El éxito del golpe marcó el inicio de una transición democrática. En 1975, Portugal puso fin a su imperio colonial, cediendo el poder a movimientos independentistas en África. En abril de 1976, se aprobó una nueva Constitución, aún vigente, y dos meses después, Mario Soares, líder socialista exiliado, asumió como primer ministro tras las primeras elecciones democráticas. Las reformas en educación, salud y justicia sentaron las bases para la modernización del país y su ingreso en la Comunidad Económica Europea en 1986.
La Revolución de los Claveles no solo transformó Portugal, sino que se convirtió en un símbolo global de resistencia pacífica. Cada 25 de abril, Lisboa conmemora el movimiento con claveles rojos y el himno “Grândola, Vila Morena”, que dio la señal para el inicio del golpe. Este evento histórico demostró que un cambio radical podía lograrse sin violencia, gracias a la unión entre militares y ciudadanos.
El legado de la revolución sigue vigente. Portugal consolidó un sistema democrático estable, y la memoria de aquellos días inspira la lucha contra el autoritarismo. Como recuerda Salgueiro Maia, fallecido en 1992, “hicimos lo que había que hacer”. Su valentía y la de sus compañeros cambió el rumbo de un país sumido en el oscurantismo, abriendo un nuevo capítulo en su historia. (10)