Lo primero que salta a la vista es la hipocresía retórica, en la que sobresalen las reformas económicas “técnicas” que, aunque nieguen la ideología, sus políticas económicas son fuertemente ideológicas.
Se ha vuelto moneda corriente escuchar a los políticos ecuatorianos negar o minimizar su adhesión a ideologías, como si fuera fácil escapar de las ideologías. En realidad, lo hacen por razones estratégico-electorales.
Lo primero que salta a la vista es la hipocresía retórica, en la que sobresalen las reformas económicas “técnicas” que, aunque nieguen la ideología, sus políticas económicas son fuertemente ideológicas. Algunas tienden a maximizar la libertad del mercado y reducir el papel del Estado; así, tenemos las privatizaciones de empresas estatales (Reino Unido bajo Margaret Thatcher), la desregulación de mercados financieros (Estados Unidos con Ronald Reagan), la reducción de impuestos a corporaciones («trickle-down economics») y las privatizaciones en Chile, enmascaradas como «eficiencia», pero que responden al neoliberalismo de la Escuela de Chicago.
Revisemos otras de corte socialista, que tienen como objetivo eliminar desigualdades mediante la propiedad colectiva, como la nacionalización de sectores estratégicos (Venezuela con Hugo Chávez), el control estatal de precios de bienes básicos (Cuba con la libreta de abastecimiento) y la economía centralizada planificada (China).
Las políticas socialdemócratas buscarán equilibrar el capitalismo y la protección social, y están presentes en la política del sistema de seguridad social universal, la educación y salud gratuitas, los impuestos progresivos y la regulación laboral con salarios mínimos y sindicatos.
El populismo económico se presenta en políticas de subsidios masivos a combustibles y diversos tipos de bonos (Ecuador tiene vasta experiencia), y su objetivo es ganar apoyo popular a corto plazo, aunque genere desequilibrios en la economía. El caso de Donald Trump no es distinto: combina recortes fiscales a ricos (neoliberalismo) con retórica proteccionista (nacionalismo económico), mostrando un híbrido ideológico.
Ahora repasemos algunos ejemplos de políticas sociales ideológicas. Las de corte conservador, cuyo objetivo es preservar valores religiosos o tradiciones culturales, restringen el aborto, defienden a la «familia tradicional» (Hungría de Viktor Orbán con subsidios a familias numerosas) y se oponen al matrimonio igualitario.
Contrario al conservadurismo, el liberalismo progresista buscará garantizar libertades individuales y derechos civiles, y entre las políticas que impulsa se encuentran la legalización del matrimonio igualitario, la despenalización de las drogas y la educación sexual en las escuelas.
El progresismo de izquierda identitaria orientará sus políticas a corregir desigualdades históricas de género, etnia o clase, a partir de cuotas de género en cargos públicos, acciones afirmativas y lenguaje inclusivo.