El acceso a la salud debería ser un derecho incuestionable, pero en Ecuador, el sistema de gestión de citas y tratamiento del Ministerio de Salud Pública deja mucho que desear, atrapado entre la confusión y los retrasos que desesperan a los ciudadanos.
Es momento de que las autoridades den un paso adelante y modernicen un modelo que, lejos de cuidar, a veces parece castigar a quienes más lo necesitan.
Conseguir una cita médica puede convertirse en una odisea de meses, incluso cuando la urgencia apremia, algo que no solo pone en riesgo la salud de las personas, sino que mina la confianza en el sistema. La falta de digitalización y una burocracia agotadora son las grandes responsables de este caos, y resulta difícil entender por qué, en pleno 2025, seguimos atados a métodos tan anticuados cuando la tecnología podría agilizarlo todo y priorizar a quienes no pueden esperar.
A esto se suma la frustrante escasez de medicamentos genéricos en los centros de salud públicos, que deja a los pacientes –muchos sin recursos– enfrentados a la disyuntiva de gastar lo que no tienen en farmacias privadas o resignarse a no recibir tratamiento. Y como si no bastara, las quejas sobre el trato del personal sanitario resuenan cada vez más: historias de indiferencia o respuestas cortantes que duelen tanto como la enfermedad misma.
Plataformas digitales, una gestión eficiente de inventarios y un enfoque más humano podrían transformar la experiencia de los pacientes. Otros países lo han logrado, y Ecuador no debería quedarse atrás.
La salud no puede esperar, los medicamentos no deben ser un lujo y el respeto ha de ser la norma.