La excesiva tramitología, el incumplimiento de plazos, el centralismo y hasta la desidia burocrática han conspirado para que se pierdan importantes fuentes de ayuda económica destinadas a obras en la provincia.
Recientemente, el ministro de Vivienda reveló que se perdió una donación de 60 millones de dólares del Gobierno chino, destinada a la construcción de casas para los damnificados del terremoto en Manabí y Esmeraldas.
Lo mismo ocurrió con fondos europeos previstos para reconstruir cuarteles de bomberos destruidos en el sismo. En Manta, además, se retiró una propuesta de financiamiento para la construcción de una planta de agua potable.
Estos son apenas tres ejemplos de cómo la ayuda internacional se ha desperdiciado por falta de ejecución, seguimiento deficiente o errores en la documentación. A la postre, todo apunta a los mismos males: burocracia excesiva y centralismo.
Las instituciones involucradas en estos casos le deben una explicación a la ciudadanía. No es aceptable que, teniendo el respaldo financiero casi garantizado, se lo deje perder por negligencia o desidia administrativa.
Además, es necesario que haya un cambio hacia la simplificación de los procesos para que los trámites sean menos engorrosos.