Manabí enfrenta un desafío crítico por los efectos de las precipitaciones y la vulnerabilidad de las zonas de riesgo. En el 2025, entre enero y marzo, se registraron volúmenes de lluvia por encima de los promedios anuales, lo cual provoca inundaciones y erosiona severamente las áreas deforestadas.
La elevada humedad ofrece una oportunidad para impulsar la reforestación como medida esencial para recuperar los suelos y mitigar desastres.
Sin embargo, no basta con plantar árboles; se tiene que garantizar que estos esfuerzos sean efectivos y sostenibles.
Los planes de reforestación hasta ahora no han alcanzado su potencial debido a la falta de seguimiento. La ausencia de monitoreo ha permitido que muchas áreas reforestadas se degraden, convirtiendo la inversión en recursos desperdiciados.
Los municipios deben asumir un rol activo, no solo promoviendo la reforestación, sino también controlando la ocupación de potenciales zonas de riesgo. La expansión urbana desordenada y la deforestación han incrementado la exposición a desastres, como lo evidencian las 74.787 personas impactadas (afectadas y damnificadas) este año.
Reforestar aprovechando la humedad actual y vigilar su mantenimiento, junto con una gestión territorial estricta, son pasos clave para prevenir futuros desastres y optimizar los recursos invertidos.