Los enemigos



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 El alcalde de Portoviejo, en la sesión solemne con ocasión del  aniversario de fundación de la ciudad, solicitó varias cosas a los ministros presentes, entre ellas:  la regeneración urbana complementaria del plan Priza, iniciar la fase dos del palacio municipal, fondos para la construcción del centro comercial autónomo 2 y al respecto dijo: “…..todo lo que dañó el terremoto debe reconstruirse, no debe haber criterios subjetivos, lo pedimos respetuosamente pero lo exigiremos de ser necesario”. 

Al citar otro caso, el alcalde también  señaló que no pueden continuar con las mejoras en el cementerio por falta de autorización del  Ministerio de Salud y tuvo una frase de remate justa para los tiempos: “ …necesitamos que la burocracia no se imponga a la racionalidad”.   
Hablar así, con  firmeza y claridad, me parece un acierto porque en esencia significa “rayar la cancha”, decir al poder, representado por los ministros, que esta cuatricentenaria ciudad requiere respeto del sector público y una de las maneras de demostrarlo es, precisamente, con  la entrega de  recursos para obras pendientes desde el ¡terremoto del 2016!   Por tanto, no se está pidiendo asignaciones nuevas o algo parecido, lo que se busca son fondos para concluir obras e iniciar otras como parte de la reconstrucción de la provincia.   
Estoy seguro de que este  problema, el de las trabas burocráticas, no es  de ahora: se arrastra de muchas y muchas décadas atrás.  El tema es que los tiempos que transcurren ya no permiten que las ciudades vivan ancladas a las políticas burocráticas pasadas  porque no se pueden enfrentar dos enemigos poderosos  al mismo tiempo: la escasez de recursos y la burocracia.
La solución de ambos parecería correr distintas suertes.  Aparentemente  destrabar trámites debería ser lo más fácil porque depende de nuestra gente, de redactar  reglamentos,  de pensar que la vida hay que hacerla lo más fácil para las ciudades y los ciudadanos y además no cuesta dinero.  Pero captar recursos o generarlos, sí es más difícil. Deben intervenir muchos factores para que se creen, después  de todo  no brotan de la tierra. Pero resulta que aquí lo fácil puede transformarse en difícil y un trámite puede ser la  infranqueable barrera que detiene el progreso, tal cual lo denunció el alcalde respecto a la obra del cementerio local. 
Por tanto, la mejor obra del próximo gobierno es convertir a la burocracia en amiga de las ciudades y se tendrá un enemigo menos por vencer. 
 
Walter O. Andrade Castro



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