Un estudio publicado en JAMA Pediatrics encontró que el uso excesivo de pantallas en niños aumenta problemas emocionales. Investigadores de la University College London, hicieron una investigación para analizar la relación bidireccional entre pantallas y salud mental, en Reino Unido.
La investigación analizó a 10,359 niños de entre 10 y 15 años durante tres años, utilizando datos del Millennium Cohort Study. Los resultados muestran que el tiempo frente a pantallas (televisión, videojuegos, redes sociales) está vinculado con ansiedad, depresión y baja autoestima. Estos problemas emocionales, a su vez, llevan a los niños a usar más los dispositivos, formando un círculo vicioso.
Los menores que pasaban más de tres horas diarias frente a pantallas reportaron un 20% más de síntomas emocionales que aquellos con menos de una hora. Las redes sociales y los videojuegos fueron los principales desencadenantes.
Metodología del estudio
El equipo de la University College London recopiló datos mediante encuestas a padres y niños sobre hábitos de pantalla y salud emocional. Los resultados se ajustaron por variables como ingresos familiares, edad y sexo. Los adolescentes de 13 a 15 años mostraron mayor vulnerabilidad, especialmente con el uso de redes sociales.
“El uso excesivo de pantallas y los problemas emocionales se retroalimentan, creando un ciclo difícil de romper”. – Investigadores en JAMA Pediatrics
El estudio también destacó que el contenido consumido, como videos violentos o publicaciones que generan comparación social, agrava los síntomas emocionales.
Exceso de pantallas: un problema en aumento
El uso de pantallas ha crecido exponencialmente. La Organización Mundial de la Salud indica que el 80% de los adolescentes supera las dos horas diarias recomendadas de pantalla recreativa. En Latinoamérica, UNICEF reporta un aumento del 30% en el uso de dispositivos desde 2020, impulsado por la pandemia y la digitalización.
Estudios previos, como uno de 2023 en The Lancet, ya vinculaban las pantallas con problemas de sueño y atención. Este nuevo análisis aporta evidencia sobre su impacto emocional bidireccional, un fenómeno preocupante en un mundo hiperconectado.
Limitaciones y desafíos del uso de pantallas
El estudio es observacional, por lo que no demuestra causalidad directa. Factores como el entorno familiar, el acceso a apoyo psicológico o las dinámicas escolares también influyen. Además, los datos se basan en autorreportes, lo que puede generar imprecisiones. Los investigadores piden más estudios para diseñar intervenciones efectivas.
Los autores sugieren fijar un máximo de una hora diaria de pantalla recreativa y fomentar actividades como deportes o lectura. Supervisar el contenido, especialmente en redes sociales, es crucial. También recomiendan dialogar con los niños para detectar señales de ansiedad o baja autoestima.
Iniciativas globales, como las de UNICEF, promueven entornos digitales seguros. En Latinoamérica, campañas locales podrían replicar estas estrategias para reducir el impacto de las pantallas.
Un llamado a la acción
Este estudio subraya la necesidad de abordar el uso de pantallas en menores. La salud mental infantil requiere atención urgente, y los padres, educadores y gobiernos tienen un rol clave. Limitar el tiempo de pantalla y promover hábitos saludables puede romper el círculo vicioso, protegiendo el bienestar de los niños.