Las lágrimas de Guillermo Lasso y seis frases que destacaron en su posesión



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El cuadragésimo séptimo presidente de Ecuador fue posesionado este lunes. Se trata de Guillermo Lasso, un exbanquero que hoy sorprendió con un discurso alejado de ideologías y que incluso lloró cuando nombró a su esposa e hijos.

Guillermo Lasso Mendoza es un guayaquileño de madre manabita que fue posesionado esta mañana.

Guadalupe Llori, presidenta de la Asamblea Nacional, le tomó juramento y le cruzó la banda presidencial en el pecho.

Cuando daba su primer discurso como Presidente de la República, Lasso, lloró. Lágrimas salieron al decir el nombre de su esposa María de Lourdes Alcívar y al nombrar a sus hijos.

El discurso se paró unos segundos, para lograr reponerse. Los invitados a la ceremonia aplaudieron. Al final del discurso cuando habló de sus padres también soltó lágrimas.

Los creativos rápidamente hicieron memes del momento y muchos usuarios de redes sociales destacaron el momento, pues vieron en Lasso a una persona sensible.

En su discurso se destacaron varias frases y pronunciamientos.

  1. Hoy recibimos un país con históricos niveles de desempleo. Un país que ha deslumbrado por su incapacidad para hacer frente a una pandemia brutal. Un país donde los culpables engordan sus bolsillos mientras los más inocentes, los ecuatorianos recién nacidos, ni siquiera pueden llenar sus estómagos.
  2. ¿Por qué tenemos una tierra tan rica, pero ciudadanos tan pobres? ¿Por qué teniendo un suelo tan fértil, nuestra economía no produce bienestar para quienes más lo necesitan? -La respuesta es-: Nuestros gobernantes nos han fallado.
  3. Se dedicaron al obsceno culto del caudillo, aquel “mesías” que supuestamente todo lo sabe: lo que está bien y lo que está mal, lo que nos conviene y lo que nos perjudica. Un iluminado que actúa y piensa por todos.
  4. Se acabó la persecución política en el Ecuador. Yo no he venido a saciar el odio de pocos, sino el hambre de muchos.
  5. Nuestra intención no es minimizar al Estado, sino maximizar su capacidad para servir a los más pobres.
  6. Gracias al pueblo ecuatoriano por confiar en mí. Pueblo maravilloso, pueblo trabajador. El mejor pueblo al que un presidente puede aspirar.

Los puntos de encuentro -parte textual del discurso de Lasso-.

Hace poco más de 40 años el presidente Jaime Roldós Aguilera ya nos lo exigía: “Agua quiere el pueblo. El pueblo quiere agua.” El tiempo ha pasado, varios gobiernos han ido y venido, pero los problemas permanecen. El primer punto donde debemos encontrarnos es en nuestra ruralidad, donde nuestros hermanos del campo sufren aún la escasez de servicios como agua potable y alcantarillado. Hoy, al rememorar un año más de su prematura partida, hacemos nuestras las palabras del presidente Roldós. Retomamos su promesa: agua para el pueblo. Y no sólo agua, sino también infraestructura esencial como vialidad, alumbrado, escuelas, y hospitales.

Otro punto de encuentro es reconocer que la lucha por la igualdad de género no es un problema solo de las mujeres. Es un problema nacional. Un problema ecuatoriano que debe ser abordado por el Gobierno ecuatoriano.

Cuando el desempleo afecta más a la mujer que al hombre; cuando una mujer ecuatoriana gana menos por el mismo trabajo, se produce una inequidad que desgarra el tejido social, empezando por las familias. Y cuando una mujer ecuatoriana es agredida, las heridas las sufrimos todos. Nos convierte en un país menos libre, menos justo y moralmente manchado. Los derechos de las mujeres son derechos humanos. Y pondremos en marcha todas las políticas necesarias para garantizarlos.

Otro punto de encuentro es la erradicación del hambre, especialmente la desnutrición infantil. Es ésta quizás la peor de las desigualdades porque sus consecuencias perduran en el tiempo, en los problemas de crecimiento que padecerán miles de niños que actualmente no reciben alimentación adecuada. La imperdonable inacción de hoy nos está costando el mañana. Pero el momento llegó para actuar. Este país de encuentro protegerá por igual a todos sus niños, nazcan donde nazcan.

El encuentro se construye también con la confianza que estamos generando en el mundo. Después de muchos años, el planeta vuelve a poner los ojos en el Ecuador. Tan solo al producirse la noticia de nuestra elección, el riesgo país se redujo en más de 500 puntos. Aún antes de posesionarnos, se concretó una de las primeras tareas de cualquier Gobierno: crear una atmósfera positiva para el trabajo y el crecimiento.

Pero esa renovada confianza debe comprometernos a todos, especialmente a quienes dentro del Ecuador tienen la capacidad para emprender y crear empleo. Desde ya los convocamos a iniciar sin miedos la reactivación económica. Aquí está la oportunidad esperada. Demuestren que sin acosos, sin persecuciones, están listos para poner sus recursos al servicio del país, y no al país al servicio de sus recursos. Demuestren su compromiso nacional. Parafraseando unas palabras del presidente Kennedy: mientras como país no podamos ayudar a los más pobres, este Gobierno no podrá ayudar a los más ricos.

Hay otro punto de encuentro que durante demasiado tiempo ha sido eludido. Y se encuentra más allá de nuestras fronteras. Las últimas dos décadas han sido una época de maravillosos cambios tecnológicos. Atravesamos una fascinante era de invención que ha vuelto obsoletas varias nociones del pasado. Y mientras el mundo moderno se hacía más pequeño, avanzando en conectividad, en comercio y educación digital, en el Ecuador nos decían que debíamos encerrarnos, que debíamos hacer más difícil que nuestro talento salga a competir en el mundo.

Pero la realidad es que ningún país puede vivir aislado. Todos estamos conectados. De la misma forma que ningún ser humano puede vivir sin ser parte de una familia y de una sociedad, así mismo un país no puede darle la espalda a la familia de naciones que conforman el mundo. El aislamiento, el encierro, solo conduce a la decadencia.

Como país, cubrimos un territorio relativamente pequeño. Pero el talento de nuestra gente es infinito. Es hora de un liderazgo con una visión grande como las capacidades de sus ciudadanos. Hoy el Ecuador declara que abre sus puertas al comercio mundial. A la Alianza del Pacífico. A tratados de libre comercio con nuestros más grandes aliados. Nos insertaremos plenamente en el mundo para buscar comercio libre y justo.

Que el mundo sepa también que estamos comprometidos con los principales consensos internacionales para alcanzar el desarrollo sostenible. En 2015 fue adoptada la Declaración “Transformar nuestro mundo: Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, acuerdo que coincide en que todas las personas necesitamos de salud, educación, vivienda, empleo, energía, igualdad, paz y ecosistemas sanos para vivir dignamente. El principio es “no dejar a nadie atrás”, lo que pone a la inclusión de los ciudadanos como la prioridad de nuestras tareas. Todos son objetivos que este Gobierno comparte y activamente impulsará.

El desarrollo sostenible parte de la erradicación de la pobreza en todas sus formas: la lucha contra la desigualdad, la preservación del planeta, el crecimiento económico sostenido, y el fomento de la inclusión social. Debemos incluir a los marginados del progreso, a los más pobres de entre los pobres. Para ello necesitamos cambiar la orientación de las políticas públicas con el fin de controlar el cambio climático, construir ciudades sostenibles, cambiar patrones de consumo y proteger nuestros océanos.

Los efectos de la pandemia del covid-19 significarán décadas de retraso en el desarrollo humano. Es urgente tomar acciones para revertirlos. La Agenda 2030 es una hoja de ruta que requiere del encuentro de toda la humanidad.

Esto nos lleva quizás al punto más crítico en el que debemos encontrarnos: nuestra salud. Tenemos por delante meses difíciles que pondrán a prueba nuestra determinación nacional. Hoy, mientras estamos aquí en esta ceremonia, no podemos olvidar que hay familias sufriendo. Ecuatorianos desesperados por conseguir una cama en un hospital. Ecuatorianos agonizando. Ecuatorianos muriendo.

El país tiene que movilizarse. Ministerios, hospitales públicos y privados, médicos, enfermeras, municipios, juntas parroquiales, dispensarios médicos, todo aquel que tenga la fuerza y el conocimiento para poner la vacuna, o para ayudar a que otro la suministre.

A la pandemia no le importa nuestra economía. No le importan nuestros comercios ni nuestros empleos. Pero tampoco le importa quién la detenga, sea ésta una farmacia o un hospital público. Por eso responderemos desde múltiples frentes, juntando todas nuestras fuerzas para maximizar soluciones que arrinconen al virus. Será el más grande despliegue logístico de nuestra historia para cumplir con el más sagrado deber de un Gobierno: salvar las vidas de sus ciudadanos.

Al emprender esta tarea necesitamos saber que no estamos solos. Necesitamos de la buena voluntad de toda la comunidad internacional, más allá de las inclinaciones políticas. Necesitamos adquirir más vacunas. Todas las que sean posibles. La salud no tiene ideologías ni colores. Este mal global necesita una respuesta global. El pueblo del Ecuador y su Gobierno sabrán responder con la gratitud que siempre nos han caracterizado.