La soledad no es solo una sensación pasajera, sino un problema de salud pública con graves consecuencias. Así lo confirma un nuevo estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad Howard (Washington DC, EEUU) y publicado en PLOS One, que encontró que las personas que se sienten solas de forma constante presentan una mayor probabilidad de depresión y más días de mala salud mental y física cada mes.
El análisis, basado en encuestas telefónicas realizadas entre 2016 y 2023, incluyó a 47.318 adultos no institucionalizados residentes en Estados Unidos, en su mayoría blancos (73,3%) y mujeres (62,1%), con edades entre 18 y 64 años (72,1%).
La soledad impacta más de lo que creemos
Los resultados son contundentes: más del 80% de los participantes reportaron haber sentido soledad en algún grado. Entre quienes dijeron sentirse “siempre” solos, la probabilidad de padecer depresión fue del 50,2%, frente al 9,7% de quienes “nunca” se sienten solos. Además, registraron un promedio de 10,9 días más de mala salud mental al mes (20 días frente a 9,4) y 5 días adicionales de mala salud física.
Los investigadores explican que la soledad, más que un sentimiento, tiene efectos medibles sobre la salud. “Nuestro estudio destaca que la soledad no es solo un estado emocional, sino que tiene consecuencias mensurables para la salud mental y física”, afirmaron.
Diferencias por género y raza: un panorama desigual
El estudio también identificó diferencias relevantes según el género y la raza. Las mujeres reportaron sistemáticamente más días de mala salud mental y una mayor probabilidad de depresión que los hombres, sin importar el nivel de soledad.
Por otro lado, las personas negras mostraron menores probabilidades de depresión y menos días de mala salud mental que las personas blancas en todos los niveles de soledad. Aunque el estudio no detalla las causas de esta diferencia, los autores reconocen que podrían influir factores culturales, de resiliencia o de apoyo comunitario.
Más allá de los números: soledad como prioridad de salud pública
Los investigadores advierten que la soledad debería abordarse con la misma seriedad que otros factores de riesgo tradicionales, como el tabaquismo o el sedentarismo. Recomiendan que en los centros de salud se realicen evaluaciones rutinarias para detectar a las personas más vulnerables y ofrecerles apoyo, como programas sociales o grupos de acompañamiento.
“Abordar la soledad puede ser una prioridad crítica de salud pública para reducir la depresión y mejorar el bienestar general”, concluyen los autores.
¿Cómo saber si la soledad está afectando tu salud?
Aunque la soledad puede parecer algo subjetivo, existen señales claras que pueden indicar que está comenzando a impactar negativamente en la salud física y emocional:
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Sensación de vacío o tristeza que no mejora con el tiempo.
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Cambios en el sueño: dormir demasiado o tener insomnio.
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Pérdida de interés en actividades que antes eran agradables.
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Sensación de que nadie te entiende o que no tienes apoyo.
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Fatiga, dolores de cabeza u otras molestias físicas sin causa aparente.
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Mayor irritabilidad, ansiedad o dificultad para concentrarte.
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Evitar reuniones sociales o rechazar invitaciones.
Reconocer estos signos es el primer paso para buscar ayuda y prevenir que la soledad afecte más profundamente la salud.
Limitaciones y próximos pasos en la investigación
Los autores reconocen que el estudio tiene algunas limitaciones: los datos fueron autoinformados, lo que podría afectar la precisión, y no se analizaron en profundidad otras causas, como rasgos de personalidad o acontecimientos vitales.
Aun así, sus conclusiones aportan evidencia sólida para repensar la soledad como un problema que va más allá del bienestar emocional y que requiere acciones concretas desde la salud pública.
En definitiva, el mensaje es claro: la soledad puede ser más dañina de lo que parece, y detectarla a tiempo puede marcar la diferencia para prevenir la depresión y proteger nuestra salud integral.