Njinga Mbande, líder del pueblo mbundu y reina de Ndongo y Matamba en el actual territorio de Angola, encabezó durante el siglo XVII una prolongada resistencia contra el dominio colonial portugués. Desde 1624 hasta su muerte en 1663, desafió al imperio europeo con tácticas diplomáticas, alianzas estratégicas y un control firme de su reino. Se convirtió en una de las figuras más destacadas de la historia africana.
La reina que se enfrentó a un imperio
Njinga Mbande nació en 1583, apenas ocho años después de que las tropas portuguesas invadieran Ndongo en busca de riquezas. Al no hallar oro ni plata, los colonizadores comenzaron a capturar y vender esclavos, intensificando la presión sobre los pueblos de la región. Njinga creció en un entorno marcado por la guerra y la resistencia, luchando junto a su padre, el rey Mbandi Ngola Kiluanji.
A la muerte del rey en 1617, el poder pasó a su hermano Ngola Mbandi, quien más tarde, ante la creciente amenaza portuguesa, delegó en Njinga la misión de negociar la paz. Durante su viaje a Luanda, capital de la colonia, presenció la magnitud del tráfico de esclavos. Este contexto marcó profundamente sus acciones futuras.
La negociación culminó con un acuerdo que reconocía la soberanía de Ndongo y permitía la apertura de rutas comerciales con los portugueses. Njinga, como parte del pacto, aceptó ser bautizada al cristianismo bajo el nombre de Ana de Sousa, un gesto diplomático más que devocional.
Del tratado a la guerra: consolidación del poder
La frágil paz no duró. A los pocos años, se reanudaron los enfrentamientos con los portugueses. En 1624, tras la muerte de su hermano en circunstancias aún debatidas, Njinga fue proclamada reina, desafiando las normas patriarcales impuestas por su sociedad y por los europeos. Su ascenso estuvo acompañado de estrategias políticas decisivas, como la alianza con los guerreros Imbangala, conocidos por su fiereza. Con su apoyo, consolidó su autoridad y expandió su reino hacia Matamba, desde donde reorganizó su resistencia.
Durante cuatro décadas, Njinga lideró personalmente operaciones militares, mantuvo correspondencia con potencias europeas y empleó su dominio del portugués como herramienta diplomática. Fue una figura clave en mantener la independencia relativa de Ndongo frente a las potencias coloniales.
Entre el mito y la historia
Las fuentes europeas de la época, especialmente las portuguesas y los misioneros, ofrecen versiones contradictorias sobre su figura. Algunos la describen como una mujer cruel, capaz de eliminar a rivales políticos —incluso familiares— para mantener el poder. Un ejemplo recurrente es la presunta ejecución ritual de sus amantes, basándose en los relatos del misionero italiano Giovanni Cavazzi.
Sin embargo, historiadores como João Pedro Lourenço, director de la Biblioteca Nacional de Angola, advierten que muchas de estas narrativas responden a una estrategia de guerra psicológica de sus enemigos. Otras fuentes, como la Monumenta Missionaria Africana, aportan testimonios donde Njinga desmiente tales prácticas. Más allá de las controversias, hay consenso en su relevancia histórica: fue una estratega política y militar excepcional, adaptando su liderazgo a las complejidades de su tiempo y contexto.
Legado y reconocimiento actual
Tras años de enfrentamientos, en 1657, Njinga firmó un tratado definitivo con Portugal. Aunque cedió parte del poder, conservó la autonomía de Matamba y se mantuvo como figura de autoridad hasta su muerte en 1663, a los 82 años.
En la actualidad, Njinga Mbande es una figura central en la memoria histórica de Angola. Su imagen aparece en la moneda nacional de 20 kwanzas, da nombre a calles, escuelas y ha sido fuente de inspiración en el arte, la literatura y el cine africano. La UNESCO la incluyó en su colección de ilustraciones sobre mujeres africanas históricas. Su historia también es empleada por instituciones educativas y culturales para fomentar la conciencia sobre la resistencia africana al colonialismo y el papel de la mujer en el liderazgo político en el continente.
Njinga: símbolo de soberanía africana
El escritor angoleño-portugués José Eduardo Agualusa, autor de la novela A Rainha Ginga, señala que la reina supo aliarse con holandeses y portugueses según sus intereses, sin comprometer la independencia de su pueblo. Subraya que el análisis contemporáneo de su figura debe considerar los valores de su época y el contexto de brutalidad global que caracterizaba el siglo XVII. En palabras del historiador Lourenço: «Njinga Mbande es un ejemplo de lucha por la soberanía, la dignidad del pueblo angoleño y el compromiso con la integridad territorial». (10).