La personalidad de “El Justiciero” y su poca tolerancia influyeron



Mauricio Montesdeoca Martinetti, de niño, cuando jugaba fútbol en la calle Chile de Portoviejo ya mostraba su carácter fuerte, explosivo. Si perdía o se sentía perjudicado solucionaba el tema con una discusión que terminaba en golpes con otros pequeños.

Su personalidad era explosiva y siempre gustaba de las sensaciones fuertes, contó en su momento Robert Loor, quien fue su vecino y amigo de niñez.

Loor es psiquiatra y dijo, tras el crimen de Montesdeoca, que el perfil más correcto de Mauricio era que había desarrollado una personalidad tipo paranoide. Tenía poca tolerancia a la frustración y eso generaba temor, golpeó a muchas personas en la infancia, recordó.

En la adolescencia se involucró al parecer prematuramente en el consumo de sustancias psicoactivas y base de cocaína. Era un buscador de sensaciones y emociones fuertes y en todo eso que implicara riesgos. Le gustaba la adrenalina, el peligro, señaló el psiquiatra portovejense.

A Montesdeoca le gustaba rodearse de amigos de su status social y mantuvo su explosividad de carácter y poco control de sus impulsos en la adolescencia.

Loor señaló que cuando a Mauricio le matan a sus seres queridos sobresale su fenómeno explosivo y su posición personal aberrante propia de una personalidad mal estructurada. “Es incapaz de perdonar agravios, genera suspicacias y desconfianza extrema. En fin, una tendencia generalizada de distorsionar experiencias propias interpretando las manifestaciones neutrales o amistosas de los demás como hostiles o amenazantes. Todo esto lo llevó a sufrir una trastorno de paranoide de la personalidad”, declaró Loor a El Diario hace unos años.

Mauricio Montesdeoca Martinetti, conocido como “El Justiciero”, fue acribillado el 15 de julio del 2009 cuando intentaba ingresar a su domicilio, ubicado en la urbanización Ceibos del Norte, en Portoviejo.

Montesdeoca, oriundo de Portoviejo, se convirtió en un mito urbano, cuando varios ciudadanos, acusados de ser delincuentes, eran raptados y aparecían luego ajusticiados, con un letrero que decía “El Justiciero”. Se lo señaló como autor de esos ajusticiamientos, pero él siempre lo negó.



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