La ecuatoriana Neisi Dajomes, de la adversidad a la gloria en Tokio



La halterista ecuatoriana Neisi Dajomes dejó atrás las adversidades que le presentó la vida y se abrazó este domingo con la gloria olímpica al adjudicarse la histórica medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio, que se suma a la de Jefferson Pérez, en los 20 kilómetros marcha en Atlanta 1996 y la del ciclisma Richard Carapaz también en Tokio, hace una semana.

La falta de recursos para desarrollarse en la halterofilia, la pérdida inesperada de su madre, el positivo en una primera prueba de la covid-19 a pocos días de la competición, no la frenaron y encontró el máximo impulso para derrotar todo esas situaciones y llegar a lo más alto de podio.

La pureza de su técnica, la fuerza y el carácter los cultivó día a día en cada lugar de entrenamiento, pero de manera especial, en su casa en el Puyo, provincia ecuatoriana de Pastaza en la región oriental, donde su primera inspiración y formadora de ese carácter triunfados los recibió en su hogar por parte de su madre.

“Si tuviera que describir a mi madre (Orcelina) en dos palabras, sería: ‘la mujer maravilla'”, resaltó Dajomes a los 15 años, cuando logró el título juvenil júnior en el Mundial Sub’17, Usbekistán de 2013, la deportistas que debutó en unos Olímpicos, los de Río 2016, con un diploma olímpico al ubicarse en el séptimo puesto en su categoría

“La mujer de oro” -como la destaca hoy en su cuenta de Twitter el campeón de 2019 de la Copa Sudamericana de fútbol, el Independiente del Valle- rindió hoy homenaje a su madre fallecida (hace dos años y a un hermano hace tres), sus hermanos, su familia, a los que siempre estuvieron con ella y en la premiación enseñó la palma de su mano, donde se leía: “Mamá, hermano”.

Mostrando siempre una sonrisa, con la mirada hacia el objetivo y el impulso para conquistarlo, Dajomes es una auténtica fuente de éxito, de triunfos, de grandes resultados. Si con 15 años fue campeona mundial, al que luego sumó dos títulos mundiales más a nivel juvenil en Georgia 2016 y Tokio 2017, en su carrera también impuso varios récords, entre mundiales y panamericanos.

En cada entrenamiento en su Puyo natal nunca le faltó la música, desde la salsa hasta melodías románticas y, por supuesto, sus mascotas: sus perros, con los que se relajaba tras las agotadoras sesiones de entrenamientos, con la vigilancia y orientaciones del entrenador ruso  Sergey Ignatov, quién goza de su absoluta confianza y seguridad.

Incluso, cuando se agotaba el apoyo del Estado, su entrenados la apoyarla con sus recursos, como lo resaltó Dajomes  en una entrevista con Efe a principios de año.

Dajomes se preparó junto a su hermana menor, de 20 años, que la semana pasada debutó en unos Olímpicos, los de Tokio, y se ubicó sexta en su categoría, por lo que recibió el diploma olímpico.

Neisi Dajomes siempre exigió ser atendida en sus requerimientos para lograr una mejor respuesta técnica y física, y por ello en más de una ocasión tuvo fricciones con directivos deportivos , como lo reconoció a Efe el presidente de la Federación Ecuatoriana de Levantamiento de Pesas (FELP) Luis Zambrano.

La potencia física, la disciplina con que se prepara, el amor que muestra por lo que hace para desarrollar una técnica llena de pulcritud y la juventud de Dajomes, abren un camino infinito, para no solo ser la primera mujer ecuatoriana en adjudicarse una medalla de oro de unos Juegos Olímpicos, sino para seguir triunfando como lo ha hecho desde niña. EFE



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