José Moreira Arteaga, un hombre de 97 años, oriundo de Chone, Manabí, reside hoy en Santo Domingo, donde recuerda su vida marcada por el trabajo agrícola, el comercio y la formación de una familia de nueve hijos. Su historia refleja los valores de una época guiada por la disciplina, la honestidad y el compromiso con la educación.
Infancia en el campo manabita
José Moreira nació en 1928 en una zona rural de Chone, donde el trabajo agrícola formaba parte de la vida cotidiana. Desde los 12 años, acompañaba a su padre en la tarea de sacar ganado. La disciplina familiar era estricta: “A las seis de la tarde todos en casa, sin excusas”, recuerda.
Los juegos eran escasos y simples: junto a sus hermanos tallaban cuchillas de madera y exploraban los alrededores del estero cercano. Sin embargo, el trabajo siempre tenía prioridad. Una anécdota ilustra la enseñanza de su padre: al encontrar un estribo de plata, recibió la orden de dejarlo donde estaba. “Lo ajeno no se toma”, fue la lección que marcaría su vida.
José Moreira, del trabajo rural al amor y el comercio
A los 22 años, conoció a Olga Clementina, con quien se casó tras un año de noviazgo. Formaron una familia numerosa, guiada por los mismos principios que José había heredado: trabajo duro y respeto.
José se convirtió en comerciante, recorriendo caminos rurales, ríos y montañas para llevar sustento a su familia. “Traía chanchos a pie o en balsas por el río Grande de Chone”, relata. Las balsas, construidas con boya, podían transportar hasta seis animales, y los viajes, muchas veces nocturnos, requerían pericia y resistencia.
Mudanza, sacrificios y educación como legado
Las dificultades económicas en Chone lo llevaron a Guayaquil y luego a El Carmen, donde obtuvo un préstamo de 20 mil sucres (equivalente a 8 dólares actuales) para abrir una tienda. Con ese negocio, compró una casa de madera y financió la educación de sus hijos, algunos de los cuales estudiaron en Santo Domingo.
“Trabajo y educación, eso les enseñé”, afirma. Hoy, algunos de sus hijos siguen su ejemplo en el comercio. José destaca cómo los valores que aplicó en su crianza han sido transmitidos a sus nietos. No obstante, reconoce los cambios en la sociedad actual: “Antes caminaba solo con plata por la montaña, sin miedo. Hoy hay más peligro”.
Una vida longeva y un mensaje claro de José Moreira
Hoy, José vive en Santo Domingo, bajo el cuidado de una de sus hijas. Comparte su hogar con tres nietos y dos bisnietas. A pesar de su avanzada edad, mantiene una memoria lúcida y un espíritu reflexivo.
No tiene una explicación para su longevidad. “No puedo imaginar por qué he vivido tanto”, comenta. Sin embargo, su mensaje a las nuevas generaciones es claro: “Trabajen honestamente y den educación a sus hijos”.
La historia de José Moreira Arteaga es la de un hombre forjado en el campo, transformado por el comercio y guiado siempre por la ética del trabajo honesto y el respeto familiar. Su vida es testimonio de un legado que trasciende generaciones y que hoy se preserva en los recuerdos que comparte desde su hogar en Santo Domingo.