Tras más de una década sin atención, el pequeño barrio rural Río Lindo finalmente recibió mantenimiento vial, mejorando los accesos y la movilidad de sus habitantes.
El barrio Río Lindo, ubicado al fondo de la parroquia Monterrey, en el cantón La Concordia, comenzó a recibir mantenimiento vial la semana pasada. La intervención se realizó por iniciativa del gobierno parroquial, con apoyo del Municipio, beneficiando a unas 20 familias que habitan en esta zona rural desde hace más de 12 años y cuyas vías estaban deterioradas.
Mantenimiento básico llegó tras más de una década
Río Lindo es un barrio rural donde las vías de acceso han sido históricamente olvidadas. Los caminos eran estrechos, llenos de huecos, y en temporada de lluvias se volvían intransitables.
Esta vez, la maquinaria municipal realizó tareas de raspado de superficie y relleno de baches, permitiendo una mejor transitabilidad peatonal y vehicular. Se eliminaron obstáculos como maleza y escombros, que habían invadido los bordes de la vía por años.
Loida Bravo, moradora, indicó que incluso existía un sector convertido en basurero clandestino, a pesar de múltiples denuncias. “Hemos vivido en el olvido total”, expresó.
Los moradores esperan material más resistente
Pese al avance, los vecinos piden que se coloque material duro sobre la superficie. Temen que, con las primeras lluvias, el barro y el polvo vuelvan a afectar los accesos, deteriorando el trabajo ya hecho.
Un problema persistente es la inundación. Las calles más elevadas desvían el agua hacia las viviendas más bajas. Durante el invierno, los moradores intentan levantar muros de tierra y piedras para protegerse, sin lograr soluciones definitivas.
Este mantenimiento representa un alivio temporal, pero los habitantes consideran necesaria una intervención integral que incluya drenaje, encauzamiento del agua y pasos seguros.
Río Lindo: una comunidad que ha crecido con esfuerzo
El barrio fue poblado hace unos 12 años por familias trabajadoras, muchas vinculadas a la producción de abacá. En sus inicios, los caminos eran prácticamente senderos formados al paso, y la oscuridad era constante. Con el tiempo, lograron que se instale el alumbrado público, lo que impulsó el crecimiento del asentamiento.

El río que cruza el sector, del mismo nombre, es una barrera natural que aísla a algunas familias en invierno. El caudal impide el paso y no existe un puente. “Quedamos atrapados cuando crece el río”, dicen los moradores.
Mario Olaya, uno de los líderes comunitarios, afirma que el mantenimiento se logró tras solicitar directamente ayuda a la alcaldesa Sandra Ocampo, aprovechando que la maquinaria se encontraba en territorio. “Ahora nos conocen, esperamos que regresen más seguido”, dijo.
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Voces del barrio reflejan años de dificultades
Rosario Napa, habitante de la zona, relató: “Mi casita cuando es invierno se me llena de agua, ahí toca arreglárselas para cuidar las cositas que uno tiene porque ayuda de nadie”.
Margarita Toala agregó: “Está bien que hayan venido a arreglar algo, porque estaba muy feo el camino. Uno que ya tiene sus años, hasta me he caído a veces en las lomas”.