El 13 de julio de 1954, en Coyoacán, México, falleció Magdalena Carmen Frieda Kahlo Calderón, mejor conocida como Frida Kahlo. Fue una de las pintoras más influyentes del siglo XX, cuyo fallecimiento puso fin a una vida marcada por el dolor físico y emocional, pero también por una prolífica producción artística que la consolidó como un referente del arte mundial y un símbolo de la identidad mexicana.
Frida Kahlo nació el 6 de julio de 1907 en el seno de una familia de artistas, aunque su interés por la pintura no fue inmediato. Desde temprana edad, Frida enfrentó serios desafíos de salud, como la poliomielitis que sufrió en su niñez, la cual la mantuvo nueve meses en cama y le dejó una secuela permanente en su pierna derecha. Hasta los 18 años, su inclinación se orientaba más hacia el deporte, buscando recuperar su bienestar físico.
El accidente que marcó a Frida Kahlo
Un evento trágico marcó un antes y un después en la vida de Frida: el 17 de septiembre de 1925, sufrió un grave accidente de autobús que la dejó con fracturas múltiples en la columna vertebral, costillas, clavícula, hueso pélvico, y severas lesiones en la pierna y pie derechos. Además, un pasamanos la atravesó, provocando heridas internas graves. Este suceso la obligó a permanecer inmovilizada durante tres meses y la sometió a treinta y dos operaciones a lo largo de su vida.
Durante su convalecencia, la pintura emergió como una forma de expresión y escape. Un caballete adaptado le permitió pintar desde la cama, utilizando un espejo para sus primeros autorretratos. Según sus propias palabras, se retrataba a sí misma porque pasaba mucho tiempo sola y era el motivo que mejor conocía, sentando las bases de lo que se convertiría en un pilar central de su obra.
La influencia del nacionalismo y el entorno político
La identidad de Frida Kahlo también estuvo profundamente ligada al nacionalismo revolucionario mexicano. Adoptó un estilo de vestimenta distintivo, con largas faldas mexicanas, moños trenzados y accesorios precolombinos, reflejando su orgullo por sus raíces. Obras como «Autorretrato como Tehuana» (1943) y «Autorretrato con monos» (1943) son testimonio de esta conexión, donde realza sus rasgos mestizos y se integra con la naturaleza selvática mexicana.
Hacia 1927, su obra comenzó a complejizarse, explorando la dicotomía entre sus deseos de felicidad y la constante amenaza del dolor y la impotencia. En este período, Frida empezó a incursionar en círculos políticos, artísticos e intelectuales, los cuales influirían significativamente en su vida personal y profesional. A través de Germán de Campo, conoció a Julio Antonio Mella y a la fotógrafa Tina Modotti, quien la introdujo en las reuniones del Partido Comunista de México, donde militaba Diego Rivera.
Fue en el taller de Diego Rivera, mientras él trabajaba en murales para la Secretaría de Educación Pública, donde Frida le mostró sus obras por primera vez. Rivera quedó impresionado por su talento y la animó a continuar pintando, lo que marcaría el inicio de una relación compleja y trascendental en la vida de ambos artistas.
Matrimonio, dolor y legado
El 21 de agosto de 1929, Frida Kahlo y Diego Rivera contrajeron matrimonio. Su unión fue una de las relaciones más intensas y turbulentas en la historia del arte, caracterizada por un profundo amor, creatividad compartida, pero también infidelidades, un divorcio en 1939 y un segundo matrimonio un año después. La casa de Coyoacán se convirtió en un punto de encuentro para figuras destacadas que huían de conflictos políticos, incluyendo a André Bretón y León Trotsky, con quien Frida mantuvo una relación extramatrimonial.
Las desgracias físicas y emocionales continuaron marcando la vida de Frida. En 1930 y 1932, sufrió abortos espontáneos debido a las lesiones pélvicas del accidente, lo que la sumió en profundas depresiones, reflejadas en obras como «Hospital Henry Ford». A esto se sumó la infidelidad de Diego Rivera con su propia hermana, Cristina.
La amputación y sus poemas
En 1953, Frida enfrentó uno de los golpes más duros: la amputación de su pierna derecha debido a una gangrena. Este evento la hundió en una depresión severa, con intentos de suicidio que la llevaron a varias hospitalizaciones en 1954. A pesar de su sufrimiento, continuó escribiendo poemas en sus diarios, muchos de ellos relacionados con el dolor. La lluvia despidió a Frida Kahlo el 13 de julio de 1954. Fue cremada según su deseo, y sus cenizas se conservan en la Casa Azul de Coyoacán, su lugar de nacimiento y residencia.
El último cuadro de Frida, un óleo vibrante de sandías titulado «Viva la vida. Coyoacán, 1954, México», encapsula su pasión por la existencia a pesar de las adversidades. Su figura, consolidada como mito gracias a las fotografías de Nickolas Muray, trascendió la pintura para convertirse en un símbolo de resiliencia y libertad. Su frase «Pies para que los quiero si tengo alas pa’ volar» resume su espíritu indomable. (10).