Comerciantes reubicados en la calle 1 de Mayo de La Concordia, Santo Domingo, expresan resistencia al posible retorno al nuevo mercado central. Ellos argumentan un impacto negativo en sus ventas y la viabilidad de sus negocios. La situación, que afecta a aproximadamente 20 puestos, surge tras casi tres años de su reubicación provisional debido al derrocamiento del antiguo mercado.
Tres años de adaptación y nuevos desafíos en La Concordia
Desde hace casi tres años, los comerciantes de la calle 1 de Mayo de La Concordia abren sus puestos diariamente, desempacando bultos y mostrando perseverancia. La reubicación inicial, presentada como una medida provisional, se extendió por un periodo prolongado, forzando a los vendedores a establecer una nueva clientela y adaptar sus estrategias de venta.
Algunos incluso alquilaron locales o trasladaron sus operaciones a sus hogares en La Concordia para asegurar la mercadería y mantener sus ingresos. La adaptación fue difícil, y aunque sus puestos a pie de calle ofrecen mayor visibilidad y fluidez, las ventas se mantienen bajas, excepto en temporada escolar o festiva.
Con los recientes anuncios de finalización de obra del nuevo mercado central, y la directriz de retornar a las nuevas instalaciones, la resistencia de los comerciantes es palpable. Voces de inconformidad se alzan, argumentando que este traslado podría significar la ruina para sus pequeños negocios. Temen que, al estar dentro del mercado, sus ingresos disminuyan.
Segundo Sinchiluisa, vendedor de ropa usada en zona de La Concordia, comenta: “Aquí la gente nos ve al pasar, se baja un momento y compra. En el mercado, tendremos que esperar a que nos busquen específicamente, y eso es una gran diferencia”. Los comerciantes sienten que sus medios de vida están en riesgo, y la incertidumbre sobre el futuro los impulsa a resistir el traslado.
Visión municipal vs. preocupaciones de comerciantes
Las autoridades municipales de La Concordia defienden la necesidad del retorno al nuevo mercado central como parte de un plan de ordenamiento territorial y mejora de las condiciones comerciales a largo plazo. Sin embargo, los comerciantes reubicados indican que la comunicación y negociaciones directas con la autoridad principal aún no se concretan.
La preocupación por el espacio reducido en las nuevas instalaciones es constante, mencionando que no habrá suficiente lugar para la mercadería ni para atender adecuadamente a los clientes. Un sastre del grupo, Don Luis Sinchiguano, con más de treinta años en el oficio, expresa preocupación por sus máquinas, que no cabrían en los nuevos puestos.
La situación actual en la calle 1 de Mayo muestra diversidad de situaciones. Algunos comerciantes no abren a diario, y otros lo hacen solo los fines de semana, lo que deja puestos en abandono que acumulan basura.
A pesar de la falta de guardianía, algunos vecinos han sido solidarios, avisando si ven algo extraño desde sus cámaras de seguridad. Moises Celorio, comerciante de La Concordia, señala: “Si aquí que estamos en la calle principal, comercial donde todos pasan no hay comercio, imagínese allá encerrados y donde no podremos mostrar la mercadería porque son espacios pequeños”. Este panorama resalta la complejidad de la reubicación y el desafío de conciliar los planes de las autoridades con las necesidades de los comerciantes.