Con faldas amplias, trenzas negras y máscaras brillantes, las cholitas luchadoras han conquistado un nuevo espacio en el corazón turístico de La Paz, Bolivia. Este espectáculo único, que une la tradición aimara con la lucha libre teatral, se presenta cada fin de semana en el Centro Cultural Mamani Mamani, en la histórica calle Jaén.
Este proyecto nació de la colaboración entre el artista Roberto Mamani Mamani y la “Dinastía Cortez”, un grupo de luchadoras con más de 20 años de experiencia. Juntos, combinan arte visual, folclore y deporte para crear una propuesta que empodera a las mujeres y visibiliza las culturas indígenas.
Una historia de resistencia y transformación
Durante años, el término “cholita” se usó de forma despectiva para referirse a mujeres indígenas. Pero en tiempos recientes, esta palabra se ha transformado en símbolo de orgullo y lucha social. Desde la llegada de Evo Morales al poder en 2006, las cholitas ganaron presencia en espacios públicos, políticos y mediáticos.
Aunque la lucha libre estuvo dominada por hombres desde los años 50, en la década del 2000 muchas mujeres indígenas empezaron a practicarla. Para ellas, fue una forma de enfrentar la violencia doméstica y recuperar su autoestima. El promotor boliviano Juan Mamani ayudó a profesionalizar el espectáculo al reconocer su valor cultural y su atractivo para el turismo. Hoy, el “cholitas wrestling” va más allá del entretenimiento: representa una lucha contra la opresión y el machismo.
Del ring de El Alto al corazón de La Paz
Tradicionalmente, la ciudad de El Alto fue el escenario principal de estas funciones. Pero la alianza entre Mamani Mamani y las cholitas permitió llegar a un público más diverso, incluidos turistas nacionales e internacionales.
El patio central del centro cultural, rodeado de arcos coloniales, se convirtió en un cuadrilátero lleno de energía. Allí, las cholitas bailan danzas folclóricas, invitan al público a participar y realizan acrobacias como suplexes y saltos. El espectáculo sigue una estructura clara: comienza con una escena de abuso y termina con una reivindicación física y simbólica por parte de la mujer.
Yolanda “la Amorosa”, una de las figuras principales de la Dinastía Cortez, explica: “Queremos mostrar nuestra fuerza y cultura a quienes nos visitan y transmitir un mensaje de lucha”.
Cultura, turismo y empoderamiento de las cholitas luchadoras
La estrategia de visibilidad incluye la participación activa de las cholitas fuera del centro cultural. Allí posan con turistas y muestran su vestimenta tradicional —pollera, manta y enaguas— junto con sus máscaras de lucha libre. Esta mezcla de identidad y espectáculo convirtió el show en una de las atracciones emergentes de La Paz.
En paralelo, el artista Mamani Mamani prepara una serie de pinturas inspiradas en las luchadoras. Esta colección formará parte de las actividades del bicentenario de Bolivia en agosto, como homenaje a las mujeres aimaras, incluida su madre y su abuela.
La propuesta recibió comentarios positivos de agencias de turismo y visitantes, quienes destacan su originalidad y valor cultural. Además, impulsa la economía local y ofrece nuevas oportunidades a mujeres que históricamente estuvieron excluidas de espacios públicos.
Un símbolo de cambio en Bolivia
El éxito de las cholitas luchadoras refleja transformaciones más amplias en la sociedad boliviana. Aunque el país aún enfrenta altos niveles de violencia de género, iniciativas como esta muestran cómo el arte, el deporte y la cultura pueden impulsar cambios sociales reales.
La lucha libre de las cholitas no es solo un espectáculo. Es una muestra de tenacidad, resiliencia y del legado vivo de los pueblos indígenas andinos. Su presencia en el Centro Cultural Mamani Mamani no solo enriquece la vida cultural de La Paz, sino que también ayuda a construir una identidad nacional más inclusiva. (10).