Campaña política con altura



 En medio de la disputa por la Presidencia de la República, los candidatos finalistas deberían llevar una campaña caracterizada por propuestas alcanzables y el respeto al pensamiento ajeno.

Los insultos y las descalificaciones no deben ser parte de un proceso en el que los candidatos están obligados a presentar planes realizables para salir de la crisis y avanzar hacia el desarrollo.
Los insultos, las falsas denuncias, las campañas de descalificación son parte del mecanismo político para alejar al rival del electorado, pero también pueden tener un efecto contrario contra quien recurre a ellos.
Es responsabilidad del electorado sopesar las propuestas con sentido crítico, para no caer en el clientelismo político que termina por afectar a las aspiraciones comunes.
En un sistema democrático, el pueblo elige a sus representantes, en la figura de dignatarios y gobernantes, para que en su nombre tomen las decisiones más convenientes para el conglomerado. Por eso, es preciso que se escoja a las mejores figuras. Y para contribuir a ello, es conveniente que sea el mismo Estado el que impulse la formación de la población en el camino democrático, para evitar que caiga en falsos postulados que lleven al deterioro del sistema.
 



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