La Asamblea Nacional, instalada el 14 de mayo de 2025, atraviesa un inicio turbulento. En apenas tres semanas, los escándalos han opacado las propuestas legislativas. El Legislativo, lejos de cumplir su rol de fiscalización, se ha convertido en un campo de batalla. Las tensiones entre bancadas han marcado el ritmo del trabajo parlamentario.
Los desacuerdos surgieron desde la sesión de instalación. La polarización entre el oficialismo, representado por ADN, y la oposición, liderada por Revolución Ciudadana (RC), desató conflictos inmediatos. Ambas fuerzas políticas chocaron en el pleno, evidenciando divisiones profundas. Este ambiente ha dificultado el avance de las funciones legislativas.
En la primera semana, RC denunció que no se les permitió intervenir en las sesiones iniciales. Además, la conformación de comisiones especializadas permanentes generó roces. Los asambleístas de RC no lograron apoyo para integrar las comisiones propuestas. Esto intensificó las fricciones entre las bancadas.
Polarización en la Asamblea Nacional
La segunda semana trajo más tensiones. La Bancada Ciudadana, afín a RC, decidió no asistir a la investidura del presidente Daniel Noboa. La ceremonia, realizada en el Palacio Legislativo, evidenció la fractura política. Este gesto marcó un nuevo capítulo en la confrontación.
La ausencia de la Bancada Ciudadana reflejó su descontento con el oficialismo. Sin embargo, el boicot no logró unificar a la oposición. Por el contrario, profundizó las divisiones internas dentro de RC. Las críticas cruzadas entre legisladores se intensificaron.
Escándalos que opacan el trabajo legislativo
En la tercera semana, un incidente previo volvió a encender la polémica. Un asambleísta de RC propuso usar megáfonos para hacerse escuchar en el pleno. La propuesta, lejos de ser simbólica, se materializó, generando caos. Diana Jácome, de ADN, presentó una queja formal ante el Consejo de Administración Legislativa (CAL).
La queja apuntó contra Ronald González, legislador de RC, por su rol en el incidente. Este hecho consolidó la imagen de una Asamblea Nacional sumida en pugnas. Las discusiones han desviado la atención de las tareas legislativas. La ciudadanía observa con preocupación la falta de avances.
Expulsión en la Bancada Ciudadana
El 29 de mayo, RC anunció la expulsión de Sergio Peña, uno de sus asambleístas. La bancada lo acusó de traicionar los principios del movimiento. Las tensiones con Peña comenzaron por su nominación a comisiones. Sin embargo, el conflicto escaló tras su voto en la comisión Económica.
Peña apoyó una propuesta de ley impulsada por el presidente Noboa. Este hecho desató cuestionamientos desde RC, que lo señaló de deslealtad. La decisión de expulsarlo reflejó las divisiones internas en la bancada. Además, evidenció la dificultad de mantener cohesión en la oposición.
Respuesta de Peña y futuro incierto
El 30 de mayo, Peña respondió a su expulsión. En declaraciones públicas, afirmó que no seguía “agendas partidistas personales”. Su postura sugiere un quiebre definitivo con RC. Este episodio añade incertidumbre al panorama legislativo. La Bancada Ciudadana enfrenta ahora el desafío de redefinir su estrategia.
Las tres semanas de la Asamblea Nacional reflejan un Legislativo fragmentado. Los enfrentamientos entre ADN y RC han dominado la agenda. Los escándalos, como el uso de megáfonos y la expulsión de Peña, restan credibilidad al trabajo parlamentario. La ciudadanía espera resultados concretos.
Mientras las bancadas se enfrascan en disputas, las propuestas de ley avanzan con lentitud. La polarización amenaza con paralizar el Legislativo. La Asamblea Nacional debe superar estas tensiones para cumplir su mandato. De lo contrario, el riesgo de descrédito crecerá aún más.