El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó en Washington D.C. una orden ejecutiva que establece aranceles recíprocos a partir del viernes 5 de abril, con el objetivo de reducir los déficits comerciales del país. La medida aplica una tarifa base del 10% a todas las importaciones y tasas específicas más altas, como 34% para China y 20% para la Unión Europea (UE), en un esfuerzo que Trump calificó como una «declaración de independencia económica».
La medida de Donald Trump redefine el comercio global
La orden ejecutiva, anunciada desde la Casa Blanca, marca el inicio de una nueva etapa en la política comercial estadounidense. A partir del 5 de abril, todas las importaciones enfrentarán un arancel mínimo del 10%, mientras que países con déficits comerciales significativos con Estados Unidos, como China (34%) y la UE (20%), verán tasas más elevadas. México y Canadá, socios del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), quedan exentos de estas tarifas específicas, aunque Donald Trump advirtió que el acuerdo podría terminarse si no se abordan temas como migración y narcotráfico.
Analistas de JPMorgan estiman que los aranceles generarán un costo anual de 660 mil millones de dólares en impuestos para los consumidores estadounidenses. Además, proyectan un aumento de la inflación en Estados Unidos de hasta un 2%, lo que podría afectar el poder adquisitivo y el crecimiento económico interno.
Reacciones internacionales inmediatas a Estados Unidos
La respuesta global a Donald Trump no tardó en llegar. China anunció el 2 de abril represalias con aranceles del 15% a productos agrícolas estadounidenses, como soja y maíz, que entrarán en vigor simultáneamente con las tarifas de Trump. Por su parte, la Unión Europea, a través de un comunicado oficial, informó que prepara un «plan fuerte» de contraataque, con medidas que se implementarían el 9 de abril. Estas incluirían aranceles a bienes estadounidenses clave, como bourbon y motocicletas.
El primer ministro de Nueva Zelanda, Christopher Luxon, expresó su preocupación durante una conferencia en Wellington el 3 de abril. «Estos aranceles no son buenos para la economía global. Aumentan los costos y la incertidumbre», dijo. Otros líderes, como el presidente interino de Corea del Sur, Han Duck-Soo, reconocieron que «la guerra comercial global ya es una realidad» y prometieron medidas para proteger su economía.
Riesgo de recesión y contexto económico
El impacto de los aranceles recíprocos podría extenderse más allá de las fronteras de Estados Unidos. Según Goldman Sachs, la probabilidad de una recesión en el país ha subido al 35% en los próximos 12 meses, frente al 20% estimado previamente. La firma redujo su pronóstico de crecimiento del PIB estadounidense para 2025 del 2% al 1,5%, citando la incertidumbre comercial como factor clave.
En un contexto histórico, esta política recuerda los aranceles Smoot-Hawley de 1930, que agravaron la Gran Depresión al desencadenar represalias globales. Hoy, la interconexión de las cadenas de suministro amplifica el riesgo. Países como México, que exportó 505.851 millones de dólares a Estados Unidos en 2024, y Canadá, con un comercio bilateral robusto, enfrentan incertidumbre ante la posible ruptura del T-MEC.
¿Qué sigue tras el 5 de abril?
La entrada en vigor de los aranceles el 5 de abril será solo el comienzo. La Casa Blanca indicó que las tarifas podrían ajustarse si otros países responden con represalias o reducen sus propias barreras comerciales. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, advirtió que Estados Unidos elevará los aranceles por encima de los niveles anunciados si hay contramedidas significativas.
Mientras tanto, los mercados financieros reaccionaron con caídas. El índice S&P 500 perdió un 3,5% en futuros tras el anuncio, reflejando una pérdida de valor de 2,5 billones de dólares. En Europa y Asia, las bolsas también registraron descensos, evidenciando el temor a una escalada mayor en esta guerra comercial.
La medida de Donald Trump, presentada como una defensa de la industria estadounidense, podría reconfigurar el comercio global. Sin embargo, el riesgo de una recesión mundial y el aumento de la inflación mantienen en vilo a economistas y líderes internacionales.