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De noviembre a enero, ella destina dos espacios de su vivienda para acomodar los pesebres de diferentes tamaños, colores y texturas y con ello celebra la Navidad. Son aproximadamente 440 los que ha logrado coleccionar en todo este tiempo.

La docente universitaria de 59 años de edad cuenta que su afición empezó con un pesebre de cristal y otros que le regalaron ese mismo año. Entonces, completó cinco y los puso sobre una mesa.

“Unas amigas vinieron y me dijeron: ah, ¿estás coleccionando? Y yo respondí: bueno, sí, vamos a coleccionar”, recordó la profesora, cuya familia participa en la tradición de colocar las figuras cada año.
Los nacimientos están numerados e incluso colocados por zona geográfica.

En una de las mesas de su sala hay uno cuyos personajes tienen vestimentas de la serranía ecuatoriana, otros con ropa típica de las comunidades del Oriente y uno más con protagonistas afroecuatorianos.

Ama la Navidad

“Me encanta ver lo que representa realmente, la llegada del Rey de Reyes, de nuestro Salvador, de Jesús que viene con paz, con alegría, con amor, a transmitirnos y a transformar nuestra vida. Y eso es lo que aspiro, que cumpla ese rol este nacimiento”, explicó Martha.

De las 440 nacimientos, 40 los elaboró ella, pues gusta mucho de las manualidades y de la pintura. El resto los ha comprado su familia y en su mayoría obsequiados por amigos.

Así, tiene pesebres de varias ciudades de México, de Roma, de Francia y otras ciudades de Europa.
Este año, además de dar gracias por las bendiciones recibidas, Martha contó que en la cena familiar el pedido al Niño Jesús fue de paz y unión.

“Todo el tiempo estoy pensando en el nacimiento, en Jesús, en cómo vino al mundo, y eso es lo que hace que todo el año, todos los días de nuestra vida en esta casa, pues, se sienta esa alegría, ese entusiasmo, ese amor, esa paz”, acotó la madre de familia.