Maxi Serain recorre Sudamérica arriba de su bicicleta que compró después de pintar un mural.
Esa misma actividad estaba haciendo cuando estaba en el parque Central de Manta bajo un árbol, junto a su bicicleta, y encorvado en una banqueta le dedicaba tiempo a uno de sus cuadernos donde dibujaba una de sus historias de cómics, un cuento gráfico.
Con sus uñas largas y pintadas de negro sostenía el lápiz y luego el marcador. Sin dejar de darle forma a su historia contó que tenía 22 años cuando salió con unos amigos de mochilero a un viaje por su natal Chile.
nos días antes de culminar el viaje le informaron que estaba despedido de su trabajo en una empresa de telefonía.
Él cree que ese fue el momento en que inició su historia recorriendo América, aunque lo supo mucho después.
Sus amigos volvieron a sus trabajos. Él decidió quedarse y seguir viajando como mochilero. Los primeros años todo se reducía a hacer amigos, a compartir parrandas y bebidas.
Solía estar cerca de los bares y nunca faltaba alguien que lo invitara a beber y le diera comida. Aprendió a vivir un día a la vez, sin preocuparse tanto por el mañana, dice.
En eso se dio cuenta que había tres cosas que no le gustaba hacer y que se volvieron su lema: no obedezco, no trabajo, no sirvo a nadie.
Después de ese recorrido volvió a casa de sus padres en la ciudad de Valparaíso. Luego su casa se volvió su puerto.
Se iba por meses, por años, y volvía de nuevo a su casa para contarles a todos lo vivido y que estaba bien. Sin embargo, con el paso del tiempo se dio cuenta que Chile le había quedado pequeño.
Que era tiempo de pasar la frontera. La primera que pasó fue hacia Argentina, donde aprendió a dibujar con tizas sobre el piso. Generalmente dibuja personajes de dibujos animados.
Cuando termina se sienta alrededor y la gente que aprecia su trabajo le deja alguna moneda. La primera vez que pintó en el suelo le enseñó que aquello era más práctico que solo pedir dinero.
Le resultaba mejor económicamente. Por eso se convirtió en un mendigo con estilo, dice.
Al terminar la frase soltó una carcajada de esas que contagian. De esa que a kilómetros se nota que son reales.
Él dejó de hablar y se concentró en una de las últimas líneas de su dibujo. Cuando terminó se reclinó y guardó el cuaderno, que son mayoría en su equipaje, indica.
Retomó su historia y dice que los caminos de Argentina lo llevaron a Brasil, que fue el país donde compró la bicicleta. Estaba haciendo un dibujo en el piso cuando una señora se le acercó a él y a otro mochilero que había conocido en el camino.
La mujer le habló en portugués y Maxi no entendió nada. Su amigo sí. La mujer les estaba pidiendo que les pinten un mural en el cerramiento de su casa. Cuando terminaron el trabajo su compañero le dijo: “compremos bicicletas”.
A él no le pareció mala idea y se compró una. Desde allí en adelante, 2006, siguió su trayecto en dos ruedas y solo le falta recorrer Colombia, Venezuela, Guyana Francesa y Paraguay. Pero no tiene prisa. Su vida es como dibuja sus cómics, una hoja a la vez, un culto al arte y a la libertad de las personas.
Maxi dice que en la bicicleta lo que más tiene son cuadernos con dibujos.
La mayoría también los comparte en sus redes sociales para que no se pierdan alguna vez. Luego me muestra en el celular su página de Facebook: Maxi Serain, donde tiene sus trabajos subidos. Allí también hay registros de sus dibujos en tizas. “Esto lo aprendí en la calle. Yo no estudié nunca dibujo”, expresa.
En sus recorridos también aprendió a no llegar de noche a las ciudades.
Cuando está cerca de una ciudad y empieza a oscurecer, prefiere quedarse unos kilómetros antes de entrar. La razón es porque no le gusta conocerlas de noche. Cuando amanece ingresa a esta, ya que la luz del día le brinda una perspectiva de la gente que vive allí. De sus costumbres.
Esta es la segunda vez que Maxi está en Ecuador y es por una razón, quiere ir a Centroamérica y llegar hasta México. Por ahora está recorriendo la costa de Ecuador y va con dirección a Bahía de Caráquez.
Una vez que termine de recorrer Ecuador, su idea es subir por Colombia, Panamá y llegar a México. En esta vida de mochilero Maxi tiene más de 20 años, ahora tiene 44, y quiere seguir en su bici por toda América.