Al menos ocho sismos marinos de magnitudes entre 3,4 y 4,3 se han detectado en la última semana frente a las costas de la provincia de Manabí, en el oeste de Ecuador, en un enjambre de temblores producidos por la liberación paulatina de la energía acumulada por el choque de placas tectónicas.
Así lo informó este domingo el Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional, que registró en esa zona, a las 03h30, un sismo de magnitud 3.9, que estuvo precedido de otros dos de 4.3, unas cuatro horas antes.
Este es un fenómeno de liberación de energía en la llamada “zona de subducción”, donde se produce el choque de la placa de Nazca con la plataforma continental suramericana, explicó a la agencia Efe Sandro Vaca, sismólogo del IG.
Ese choque entre las placas en determinados segmentos de la “zona de subducción” acumula energía que “en algún momento tiene que liberarse”, explicó el experto al precisar que, de momento, considera que ese desfogue energético se produce de forma “asísmica”; es decir, sin que ocurra un sismo de gran magnitud.
La acumulación importante de energía, según la historia geológica de esa región, suele generar “enjambres sísmicos” por una liberación paulatina de la energía acumulada, porque el movimiento de una de las placas respecto a la otra es “muy lento”, añadió Vaca.
Precisó que el enjambre sísmico registrado actualmente se sitúa en torno a la Isla de la Plata, una formación situada en una zona marina próxima a los balnearios de Puerto López y Manta, donde ya se han registrado en el pasado este tipo de fenómenos.
En 2005, recordó Vaca, un sismo de magnitud 6 afectó a la zona, y se han detectado enjambres en 2010 y 2015, sin mayores efectos materiales o humanos.
No obstante, en abril de 2016, en una zona continental cercana al balneario de Pedernales, en el norte de Manabí, un súbito terremoto de magnitud 7,8 asoló la provincia, con efectos nacionales, en una de las mayores tragedias del país con más de 670 fallecidos y millonarias pérdidas materiales.
Vaca aseguró que el IG mantiene una vigilancia estrecha de los parámetros geológicos en la zona, en la que no se descartan sismos mayores a la magnitud 4,3.
“La ciencia no nos permite predecir este tipo de eventos”, pero la historia indica que “siempre hay la posibilidad” de que se produzcan eventos de mayor magnitud a los registrados en el presente enjambre sísmico, remarcó. (Agencia EFE)