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Pasaron seis años y todavía hay damnificados del terremoto en Manabí que no tienen casas.

Cientos de personas —ni siquiera el Gobierno sabe cuántas son— han permanecido todo este tiempo en viviendas rústicas o en propiedades de sus familiares, esperando a que finalmente algún Gobierno cumpla la promesa de reconstrucción que todos han hecho.

El evento sísmico, ocurrido el 16 de abril del 2016, es el más trágico en la historia reciente de Manabí.

> Un caso. Esta provincia fue la más perjudicada, y todavía se pueden ver las consecuencias. Hay infraestructuras inconclusas, empresas que nunca pudieron reactivarse, edificios públicos abandonados, proyectos que quedaron en papeles.

Y en esa serie de incumplimientos se encuentran, además, las personas que perdieron sus casas. Es el caso de Bolívar Lucas, quien descalzo y con machete en mano avanza por un estrecho camino de tierra, convertido en lodazal por las recientes lluvias, en la comunidad María Teresa, de Las Gilces de Crucita.

Es uno de los damnificados del terremoto. Va hacia el terreno en el que, sueña, algún día tendrá una casa nueva. Bolívar vivió en ese mismo sitio, en una casa de caña guadúa, hasta el 16 de abril de 2016.

Ese día, un terremoto de 7.8 grados de magnitud dejó inhabitable la vivienda. Por las condiciones en las que quedó, tuvo que ser demolida.

En el predio se ve muy poco: maleza y ocho estructuras de dos metros de alto, de hierro oxidado, semicamufladas por enredaderas silvestres. La obra que le prometieron está inconclusa.

Según Bolívar, un ingeniero le dijo que su casa está reportada con un 60 por ciento de avance de obra, algo que no es cierto.