Los reos cocinan su propios alimentos, mientras las visitas siguen restringidas.
Diana, nombre protegido, viaja desde Esmeraldas a Santo Domingo al menos una vez al mes para saber noticias de su pareja.
El hombre cumple desde hace cuatro meses una condena en la cárcel de Bellavista, y su familia dice que debe pasar peripecias para saber de él.
Diana no ha podido verlo, y como los demás familiares de los otros reos que llegan a diario hasta las afueras del centro carcelario, teme por su integridad y por su forma de alimentarse.
Desde el sábado 1 de junio, la empresa Lafattoria dejó de proveer el servicio de alimentación en cinco prisiones más del país, debido a que “el Estado se ha negado a cancelar los valores pendientes que alcanzan los 30 millones de dólares”.
Antes, el 1 de mayo, Lafattoria ya había suspendido el servicio en otras ocho prisiones, entre ellas las de Santo Domingo de los Tsáchilas.
Presos cocinan sus propios alimentos
Al respecto, Hólger Toro, director del centro de rehabilitación social Bellavista, explicó que en Santo Domingo hay abastecimiento de productos alimenticios.
“Ya no hay donaciones de la empresa privada, el Estado está enviando desde Quito todo lo necesario”, explicó.
Dijo que reos son los encargados de preparar sus propios alimentos que son distribuidos en las tres comidas diaras.
“Ninguna organización está receptando donaciones para la alimentación de los internos”, agregó.
La autoridad sostuvo que por razones de seguridad las visitas continuarán prohibidas.
Esto, mientras en los exteriores del penal los negocios que tenían “vida” gracias a la llegada de familiares de los internos han empezado a cerrar sus puertas.
La Gobernación informó que en la cárcel se iniciará la construcción de tres escaleras que fortalecerán los protocolos de seguridad y vigilancia, ya que se activarán garitas donde los guías podrán mantener el control en los pabellones